Quizás estos sean los capítulos de la revolución más consultados por los internautas de hoy en día. Hace poco, por la tesla-internet, un historiador nos ha hecho llegar la batalla del Perfume, que tuvo lugar durante la pacificación de África.
La cosa es muy simple y fácil de ser contada. Resulta que a Mac Cain, le dio por ver esta película acurrucadito una tarde de domingo en el sofá con su amada Eliza, antes de que todo pasara, después de La Gran Hazaña y cuando estaba jubilado cuidando vacas en su rancho.
Y como iba diciendo, de la forma más insulsa, cayó esta película a su zapping, y allí se quedó puesta, y él estaba embelesado, tomando notas, como un intelectual, y Eliza, que ese día estaba un poco caliente, se puso un poco mohína, y empezó a insinuarse abiertamente a Mac Cain, y este dejó su programación sexual al lado, típica de los programas de soldado, e imaginó la que luego se llamó La Batalla del Perfume, con la que, en plena revolución, se pacificó toda la zona del Coltán, acabándose el conflicto para siempre.
Y al igual que el cura en la plaza mayor cuando van a ahorcar al protagonista, todos los cascos azules, que estaban allí para hacer el mal, se quitaban los cascos y decían: soy un ángel, y luego todas las masas se volvían locas y se ponían a follar entre ellas como si no hubiera un mañana hasta caer en un profundo sueño y despertar CON GANAS DE MÁS.
Y tal fue el éxito de la batalla, que muchas guerras ganó Mac Cain usando el poli-amor a través de químicos como única arma, y de cara a los faraones, esto estaba bien y era bueno, porque Mac Cain era uno de los suyos y porque Mac Cain nunca tocaba la propiedad privada de la cima de la pirámide, y siempre conseguía que todas estas personas trabajaran gratis, y ese era el sueño de los semifaraones, que se henchían de orgullo, pensando que estaban volviendo a los tiempos de la esclavitud, sí, aquellos tiempos en los que toda la plusvalía era para ellos, para siempre jamás.
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