—¡Mac Caaaaain! —Grita Alejo por toda la hacienda un poco fuera de sí.
En el rancho, solo se encuentra Eliza, que lo recibe con gran hospitalidad y, enseguida, le prepara un caldo de gallina reconstituyente para hacerle sentir mejor.
Hasta ahora, nadie se ha enterado de que Alejo había vuelto a Arkadia, su planeta natal, para encontrarle un sentido a su viaje. Quería saber por qué él, un joven inexperto, fue elegido para realizar tan tamaña misión: buscar en la tierra el antídoto al virus que estaba devastando la humanidad de su planeta.
Nadie sabe tampoco, por ahora, que a causa de la indeterminación cuántica en el campo espacio-tiempo, Alejo volvió a la tierra antes de partir de ella, desubicándose y provocando que hubiera dos Alejos en el mismo espacio-tiempo. A pesar de que nosotros descubrimos la nave tras la llegada de Marilyn al poder, lo cierto es que el Alejo que volvía de Arkadia llevaba mucho tiempo ya allí, en este planeta, esperando a volver a vivir, de nuevo, en su tiempo natural. Si no supimos antes de su llegada, fue porque esta información pertenecía a los antiguos EEUU de América, y, en ese tiempo, era ultrasecreta.
Ahora, en el living room de Eliza, viéndole ahí sentado e inmóvil delante del plato de sopa, me pregunto qué respuestas habrá encontrado en su planeta natal.
—¡Come! —le anima Eliza.
Alejo agarra la cuchara con desgana.
—¿Tardará mucho en venir? —pregunta.
Eliza se seca las manos y deja el trapo junto al fregadero. Se acerca a él por la espalda. Le pone la mano en el hombro y se lo acaricia.
—Todos la están buscando —dice— no tengas miedo.
El ruido de unos cascos de caballo alerta a Alejo, que se levanta de inmediato y se acerca a la balaustrada del porche. Desde allí, ve a Mac Cain montado en un cyborg-caballo. Un cyborg-caballo es una criatura tecnobiológica del área 51 que salió a la luz tras la llegada del gobierno transparente de Marilyn a la Casa Blanca. Sin embargo, Mac Cain ya conocía de su existencia de mucho antes, cuando en su juventud coincidió con La Orden de los Caballeros Tímidos.
Eliza sale también al porche a recibir a su marido, y en seguida se percata de que Mac Cain trae atrás, en la grupa del cyborg caballo, a un acompañante.
—¿La has encontrado? ¿Has averiguado algo en este tiempo?
—Un resuello, Alejo, un resuello, que vengo de Mongolia. Te presento a mi amigo Juan, yo le digo Juan porque no sé decir su nombre. Dice que es marciano; lleva sesenta años encerrado en el área 51, estuvo de invitado estrella en el programa de Marilyn. Haréis buenas migas.
—#Todos somos con Marte —dice Alejo saludando al marciano— ¿Tienes alguna pista de Valeria?
—Pasa, pasa dentro, pasad.
Mac Cain besa a su mujer. Cuchichean algo en voz baja y el viejo teniente mira a Alejo preocupado y comprensivo.
—Lo siento, chaval, mis chic@s todavía no tienen nada.
—¿Cómo es posible que en mi ausencia nadie se haya preocupado de protegerla? ¿Y ese gordo y ese flaco de La Familia, para qué están entonces?
—Mira, chaval, cómo se nota que no has estado aquí, ¿tienes una remota idea de la que se ha liado en el planeta? Si no me ocupo de esto, tendríamos que haber buscado a Valeria en un mar de radioactividad. He invadido el desierto con camiones de perritos calientes y limoncello, he sembrado territorios enteros de bombas de racimos de palomitas. Ha llovido flores sobre la India. Los ejércitos de la paz han bloqueado balas con los superimanes. Hemos acelerado las partículas de los portaviones. Un comando de operaciones especiales, disfrazado de chachas, tuvo que hacer desaparecer a las mujeres de la Internacional Ligh Sun de sus propios maridos porque estaban empeñados en retenerlas hasta que no les dieran las contraseñas de los satélites… como si ellas pudieran… Hemos protegido a los civiles con sistemas anti-gravedad por magnetismo aprovechándonos del hierro de las botas de los antidisturbios. Los voluntarios de la Paz del Agua tuvieron que vigilar todos los conectores globales a riesgo de sus propias vidas para que se mantuviera el pacto de no agresión al agua que habían pactado todos los nano-estados. El inhibidor de armamento por fin fue una realidad, pero a marchas forzadas; bajo la constante amenaza de un ataque nuclear, tuvimos que crear un paraguas de energía oscura, paraguas que, a día de hoy, todavía no funciona. ¿Qué más se le puede pedir a un Faraón? Al proteger a todos, también la protegía a ella.
—Todo eso es inútil.
—Tú no sabes nada. Te fuiste. Nos abandonaste —le reprocha Mac Cain melodrameando un poco— ¿Sabías que Mongolia estaba aterrorizada entre las grandes Rusia y China? Se sintió pisoteada por ellos. Su espíritu libre de nómada no estaba dispuesta a ello y se pusieron tan belicosos como en tiempos de Gengis-Khan, se vinieron arriba, y decían que iban a invadir a China y a Rusia, tal y como hizo su célebre antepasado.
—El tiempo es el que es. Nada de eso pasará porque no ha pasado —contesta Alejo.
—En eso, tiene razón —dice Juan.
—¿Y qué te crees que estamos haciendo? —replica Mac Cain— Hay millones de personas que se han implicado en la causa. Alexia descodificó la fórmula del amor, y, tras esto, toda la información vuelve a estar disponible. Gracias a eso, hemos podido acceder a las cámaras de los móviles de las comunas sin dinero. Tenemos imágenes suyas hasta el día de la boda de Adil, que fue cuando desapareció. Tenemos controlados a todos los de su red social, muchos de ellos ahora están en el desfile. Ten paciencia, estamos seguros de que fue alguien de la comuna. Tarde o temprano, esa persona se tendrá que comunicar con alguien. Es imposible perderlos, están bajo vigilancia masiva. Hay mucha gente desde sus casas mirándoles, escuchando lo que dicen, analizando su conducta. Tarde o temprano, el que lo ha hecho hará algo que lo delatará.
Alejo baja los ojos. Tiene ganas de llorar:
—Ha sido culpa mía.
Mac Cain trata de animarle.
—¡Anda! Coño, ¡los Simpson! Este capítulo me pirra. Venga, vamos a verlo todos aquí en familia, necesitamos un respiro, a veces, la inspiración llega cuando menos te lo esperas.
Todos se sientan en el estrecho salón de la sala y el capítulo de los Simpson comienza.
Con la mente en otra parte, Alejo piensa en las palabras de Mac Cain, en todo lo que se ha perdido en este tiempo. Discretamente, coge su móvil y enciende el TeleIris. Un flash-hacedor comienza a proyectar sobre su retina a gran velocidad las imágenes más relevantes del último año.
El capítulo de los dibujos se acaba y a continuación llegan imágenes que retransmiten el desarme nuclear a cargo de los #neo-hippies.
—No me fío de esos tíos —comenta Mac Cain—, y no es que les tenga miedo, no tienen media hostia, pero ese rollito antinucle…
Alejo se levanta espantado, la ha visto un microsegundo pero está seguro.
—¡Es ella! —grita varias veces como si estuviera loco.
—¿Y quién es ella? —quiere comprender Eliza que está muy sobresaltada por la reacción de Alejo.
Alejo para la imagen de una mujer levantando el puño izquierdo subida a un camión con un misil nuclear.
—Lo siento, chaval, tuvieron un romance, pero estoy seguro de que Valeria estuvo con ella porque no podía olvidarte.
—¿Qué? ¿Valeria ha estado con esa?
—Pensé que te referías a eso…escucha, lo siento… Mis informantes dicen que se llama Gula, y que provenía de la comuna de la Capadoccia, te deberías haber imaginado que…
Alejo se tira en el sofá muy desconcertado. Enterarse del romance de Valeria ha sido un duro golpe para él.
—Lo siento, chaval, estos hippis son así, se acuestan con todo el mundo, pero eso no significa nada para ellos… No te lo tomes a mal.
Alejo reacciona rápidamente.
—Mac Cain, ¿cómo no puedes haberte enterado de esto? ¿Es que no lo ves? ¡Son neonazis! Mira, aquí, ¡en el flash hacedor!
Mac Cain ve una foto de Gula saludando a su führer, Nexo, con el brazo levantado. Sobre este, lleva tatuado un sol negro que amanece y se esconde por el mismo lugar. Mac Cain no da crédito.
—¡Puta pérdida de información! —Mac Cain coge un pinganillo —quiero que se haga matching entre las bases de datos de la red social de neonazis con las bases recientes de las comunas hippis, sobre todo las situadas en las zonas de las islas.
El teniente cavila de un extremo a otro del salón como si fuera un león enjaulado.
—O esos tíos cambian de ideología como de chaqueta o las comunas están de infiltrados hasta las orejas…
El ring del teléfono corta la tensión del ambiente.
—Es Miguel Ángel, muy urgente —dice Eliza.
Mac Cain mira a Alejo para decirle algo, pero decide contestar primero.
—Está bien. De acuerdo. Nos vemos ahora mismo. Sí, en la de Alejo. Hasta ahora.
Por la cara de Mac Cain, parece que alguien se ha muerto.
—¿Está muerta? —pregunta Alejo.
—Alexia también ha desaparecido. Debemos salir ya, en tu nave. No hay tiempo que perder.
Ya en la nave, Mac Cain recibe una llamada de Bollitos, para darle información:
—Eva Braun, presidenta de la Liga Femenina del Cuarto Reich. Ellas fueron las que posicionaron en el Hacedor que los neonazis se estaban saliendo del trayecto durante el primer desarme. Los neonazis las consideran unas traidoras, las odian.
Mac Cain parece sobrecogido por una iluminación.
—Nexo… Has jugado conmigo todo este tiempo, el primer desarme fue una maniobra de distracción… —dice hablando consigo mismo en alto.
—¿Estás bien? —le pregunta Juan.
—De Alexia, ¿qué sabemos? —continúa Mac Cain volviendo en sí.
—Un tercio de la humanidad está buscando por el Livuk Earth el avión desaparecido, no hay ninguna hipótesis firme aún. Lo siento.
—Alejo, písale fuerte. Iremos a buscar al resto del Club.
—¿Y luego? ¿Tienes ya un plan?
Mac Cain se queda unos segundos con la mirada perdida.
—Luego, pondremos rumbo al Golden State, a Un Mundo Feliz. Mi olfato me dice que con Nexo las cosas siempre acaban donde empiezan.