En el día de hoy, el estado privatizado ha entrado en vigor a las doce del medio día en España.
Tras la bancarrota del banco central europeo, este país ha sido el primero en privatizarse, y, según el calendario fijado, es cuestión de días, horas, que el resto de los países europeos también den por finalizadas las reformas jurídicas necesarias para legalizar la existencia de los no-estados.
Según este nuevo modelo, el sector público desaparece por completo y todo los servicios prestados en otra hora por él serán desempeñados, de aquí en adelante, por empresas privadas que competirán entre ellas por sus clientes, el ciudadano europeo.
Miles y miles de funcionarios están abandonando, en estos instantes, sus puestos de trabajo vitalicios. Recogen sus cosas y salen con cajas de los antiguos edificios ministeriales, ahora propiedad de las empresas inmobiliarias que han pujado por ellas en las grandes operaciones de embargo que han sido llevadas a cabo por el Fondo Monetario Internacional. Algunos de estos funcionarios serán absorbidos por las nuevas empresas a medida que los ciudadanos contraten sus servicios, pero otros muchos no volverán jamás a desempeñar este trabajo.
Tras la gran fiesta aniversario del 17R, la bancarrota de los estados y el corralito global, que con la privatización ha llegado a su fin, muchas cosas van a cambiar a partir de hoy.
Por ejemplo, sin ir más lejos, ya no hay partidos políticos, sino empresas con plataforma de democracia electrónica integrada, donde los ciudadanos votan la calidad de los servicios consumidos a cambio de dinero. Así pues, después de esta Gran Reforma, el concepto de impuesto ha desaparecido de la mente colectiva de la historia para siempre jamás.
Bajo la nueva filosofía del no-estado, Ejército, Polícía y Justicia han sido absorbidos por las grandes empresas de seguros, que de ahora en adelante, prestarán estos servicios que todo ciudadano está obligado a contratar.
Borremos de nuestras mentes eso del poder legislativo, judicial y ejecutivo. Los pueblos ya no se organizan por esta estructura de poder. Ahora, solo hay empresas y usuarios que votan a favor de unas cosas o de otras.
Esta es la post-modernidad, el nuevo futuro, un nuevo régimen u orden mundial, nuevas categorías para un tiempo nuevo que no puede entenderse con las antiguas palabras del pasado, escucho decir en un medio de comunicación italiano.
Me tiro de cabeza por las cataratas del Iguazú y disfruto de este maravilloso paraje natural. Luego, me cuelgo una hamaca entre un árbol y otro y me abro un pequeño chupachups, un invento al parecer de origen español que ya apenas se produce en nuestros días. Me quedo así un rato meditando sobre las ventajas e inconvenientes de los no estados y de pronto me da por pensar en las monarquías.
¿Y qué ha sido de la Corona?, me digo en alto mientras me paso la bola de caramelo de un lado para otro… ¿Quién va a financiarla ahora si los impuestos no existen ya, si el estado ha desaparecido? Tratando de contestar a esta pregunta, de un chupinazo, me planto en el Palacio Real, a ver cómo caza la perrita por estos lares pienso mientras camino por los huertos de la hacienda real.