Columna de opinión, Sangre fresca refresca

Letizia y el déficit del halo mistérico de la monarquía

Quien tenga tan buen gusto como yo, sabrá que Downtown Abbey es, sin duda, una de las mejores series de la historia de la humanidad. No solo por reflejar un mundo que se cae y otro que viene, y cuyo hito es el ‘naufragio’ (ejem) del Titanic, sino por la cantidad de buenas reflexiones de las que la serie está cargada, entre ellas, una que se puso en boca del irónico personaje de la abuela, y es precisamente una cita sobre la monarquía, en la que viene a decir algo parecido a que si la monarquía no despierta un halo mistérico quién entonces la va a respetar.

Y eso es precisamente lo que le ha pasado a la reina de España y a su hija en el palco de la final del mundial femenino de este año, 2023.

La reina Letizia ha tenido la desgracia de que cayera a su lado un macho del siglo pasado, que se ha sobado los huevos delante de ella, ha usado un lenguaje cuando menos impropio y se ha comportado como un chimpancé en un prostíbulo, con perdón del chimpancé.

Y la reina de España tendrá que comprender que esta conducta delante de una monarca es completamente inaceptable y muy perjudicial para el concepto de monarquía. Y que dicho comportamiento habría sido impensable delante de la reina de Inglaterra, la antigua, quiero decir, y que si este señor hubiera osado a comportarse de manera tal, probablemente, hoy nos hubiéramos levantado con la noticia de su amargo suicidio en una triste habitación de hotel, donde supuestamente el señoro este se había recluido por sufrir, de largo tiempo ha, una depresión de caballo que solamente habría trascendido a su círculo más íntimo.

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