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El Caos

Me salgo pitando de la casa. Debo volver a los EEUU como sea, me digo para mis adentros.

Las antenas de mi cucaracha comienzan a moverse en el bolsillo, lo que significa que ya está recargada. Dudo en si seguir viendo más información o iniciar el viaje de vuelta. Al final, soy tan ansioso que las ganas de saber más pueden a las ganas de vivir los acontecimientos de primera mano, y enciendo la cucaracha.

Me voy a un lugar apartado, para deplegar tranquilamente el 3D sin que nadie me moleste. Voy pasando de un canal a otro. Visualizo vídeos de la gente. El agua en EEUU está envenenada. Muchos de ellos echan la culpa al doctor Emoto y a su principio de homeopatía. Dicen que el agua de Izram ha envenenado el agua. Otros, como ya he dicho, le echan la culpa a los terroristas islámicos. Otros a los faraones, porque las centrales eléctricas no funcionan y no hay luz en las calles.

Europa está escandalizada. Adil ha puesto a todos los adilanos a currar. Quiere abastecer de luz, agua y comida a los cuatrocientos millones de personas que viven en los EEUU.

—Europa tiene un reto muy grande. Europa es la que va a salvar esta revolución —le dice a los españoles desde el palco de su banco BienAventurados.

Las empresas de transporte sano de Adil van de un lado a otro. Desalinizadores se están construyendo a lo largo y ancho de las costas de Norteamérica. En los medios de televisión, no paran de salir escenas de muertes de gente en los hospitales, por falta de suministro eléctrico, violaciones a la luz de la oscuridad, miedo, pánico. Hoy, por primera vez desde que el gran Tesla iluminara chicago, EEUU pasará su primera noche sin luz eléctrica.

Los mapas de contaminación lumínica muestran una NorteAmérica en off. Y el medidor del cambio climático se ha parado un buen rato, y, luego, ha empezado a retroceder, para nuestro mayor asombro.

Siento que me he drogado lo suficiente ya al menos para aguantar el viaje de vuelta. Cuando aterrizo en mi pequeña habitación del barrio del Bronx en EEUU, veo que ha pasado algo más gordo que parece que va a dejar el sistema R en jaque mate.

Hace tan solo unas horas se ha comenzado a difundir por la red la noticia de que todas las cárceles del mundo se han amotinado de forma sincronizada.

El hacedor de los EEUU, que funciona muy deficientemente, puesto que las cucarachas no funcionan, ni los ordenadores, ni nada, ha decidido no mover un dedo para ir a parar el motín, aunque sí empiezan a solicitar productos de autoprotección de las empresas de Mac Cain.

Europa, que, como sabemos, continúa viviendo en la ficción del estado privado, también ha decidido no hacer nada.

Las empresas privadas que aún mantienen cárceles tradicionales han subido su tasa de protección. Dicen que el riesgo es mayor, y que solo mandarán a sus empleados a parar el motín si pagan la tasa de riesgo. En las cárceles inteligentes, que funcionan sin dinero, los presos piden un nuevo juicio, siguiendo el nuevo modelo de justicia universal y justicia sabio-popular, no basada en el derecho romano, sino en la inteligencia colectiva de los pueblos para juzgar.

Europa es ahora un continente muy descreído de los medios de comunicación, y no se cree que los americanos, que en este tiempo han desarrollado un alto nivel de auto-organización, se estén matando por las calles por una botella de agua.

Está harta la vieja Europa de los experimentos faraónicos basados en la teoría del shock y esta operación le huele a más de lo mismo.

A estas alturas, la democracia europea solo cree en el poder de la propia ciudanía, y mucha gente trabaja en las empresas de autoprotección de masas individuales de Mac Cain, contra el terror, la irracionalidad y la barbarie de los homínidos no humanizados, vengan de la religión o ideología que vengan.

La anarquía de facto cada vez es más practicada en Europa; aunque si buscas en el Livuk, esta etiqueta tiene una frecuencia de uso muy baja, ya que la gente no se identifica con ella porque les recuerda al caos y al desorden y a la injusticia.

En la votación R del asunto, ha participado todo el mundo menos EEUU, que está offline. Y han decidido, como digo, no hacer nada. Dejar que los presos salgan.

En los países del antiguo régimen, las fuerzas del orden han ido armadas hasta los dientes a detener el motín; y es por ellos que sabemos que todos los presos han huido, y, que dentro, ya solo quedan agentes de la policía atados a sillas o esposados a los barrotes.

Al conocer la noticia, algunos ciudadanos americanos se han acercado a las cárceles voluntariamente para comprobar si en su territorio había ocurrido lo mismo. Y, en efecto, al igual que las otras, las cárceles —que en este momento superan en número a las escuelas— también estaban vacías.

¿A dónde habrán ido los presos? Se pregunta en estos instantes la aldea global. Miran y remiran una y otra vez los vídeos, y en ellos puede verse a los policías luchando con seres invisibles, que los reducen y atan a diferentes lugares del edificio.

El ciudadano R se ha percatado en seguida de que los presos han usado el traje invisible que vieron por primera vez en manos de Adil y Mac Cain, y, en medio de una crisis de luz, agua y comida, los americanos tienen que afrontar ahora una adversidad mayor, y es el de integrar en su sociedad a millones de delicuentes de quienes no se sabe prácticamente nada, ya que, recordemos, la información digital sigue sin aparecer.

—Bien hecho, Nexo, —le dice un semifaraón a Fliguer.

—Gracias, señor.

—¿Confías más ya en Adil? Ha fabricado trajes para todos los tuyos.

—Adil es un león disfrazado de carnero.

—Elimínalo pues si consideras que no nos es útil.

—A sus órdenes, mi señor.

—Ya veo que le has sacado provecho a nuestra máquina de radiación. Nunca pensé que pudiera ser aplicada al agua.

—Lo leí en un libro de su biblioteca, señor.

—Jajajaja, mira tú, lo que se aprende leyendo, jajaja. Ahora tienes un ejército de hombres que creen en ti.