december-el-año-de-la-abolición-del-dinero-universo_borg (1)

– De una cosa estoy seguro, y es que ahora estamos mejor. Siempre va a haber alguien que esté descontento, añora, siente nostalgia. No sé muy bien porqué, serían de aquellos que se rodeaban de un ejército de esclavos para realizar sus propias tareas.

Sin embargo, ya ve usted, mejor no nos podría ir. Mire usted, ahí está la mesa, todos los platos preparados con sus doce uvas, y cada cual con aquello que realmente le apetece cenar en una fecha tan memorable como ésta. Curiosamente, ha variado poco, y es que comemos por tradición y costumbre. Aunque no lo crea no me gusta el pavo, nunca me ha gustado. Y ahí está: mi plato de pavo relleno al horno, cocinado por mí mismo, con su tiempo. Uno de los grandes logros fue el hecho de que las prisas se acabaron.

  • ¿En qué más cree usted que afectó a la Navidad?
  • En todo, en todo, no en las formas, pero sí en la esencia de las cosas.
  • ¿A que se refiere exactamente?
  • Como ve, seguimos con los árboles, el turrón y el cava; y me divierto con mis nietos construyendo el belén, ¿no? Pero a fin de cuentas celebramos el nacimiento del Sol, ya sabe que a partir de estas fechas las horas de sol comienzan a aumentar; esa idea de resurgir se aproxima bastante a lo que sucedió. También, por tradición, celebramos en estas fechas el nacimiento de la figura de Jesús y en cierto modo él fue el primero que nos indicó que esta era la única solución posible, lo de desprendernos de las riquezas para compartirlas con todos y eso. No comprendo cómo nos llevamos tantos años discutiendo, que si esto que si aquello, y no nos fijamos en esa idea. Si todos hacíamos lo mismo, nadie sería pobre si no, al contrario, todos seríamos ricos, habría riqueza suficiente para todos.
  • ¿Es que se pensaba que no habría suficiente para todos?
  • Usted es joven, no la ha conocido, pero lo que usted siente ahora como algo natural, obtuvo mucho recelo en principio, desconfianza, miedo diría yo. ¡Já, Já! La expresión que más escuchaba era ¡Imposible!
  • Pero fue posible.
  • Por supuesto, si en aquellos tiempos era posible que nos lleváramos toda la vida pensando en sobrevivir, toda la vida imbuidos en el trabajo, dedicando nuestro tiempo de vida en pensar nada más que en como llegar a final de mes y todo esto nos parecía lo más normal del mundo. ¿Cómo no iba a ser posible lo contrario?, que nos lleváramos toda la vida disfrutando; aprovecháramos el tiempo en aquello que nos interesaba y ofreciéramos a los demás lo mejor de nuestras habilidades. ¡Eso tenía aspecto de ser mucho más normal que lo otro! A pesar de que poníamos la mejor voluntad posible, si estuviéramos en esos tiempos, ahora estaríamos ya sufriendo por la cuesta de enero, de febrero y de marzo. Porque con el rollo aquél de las rebajas la cosa se alargaba.
  • No lo entiendo muy bien, si algo tenía un valor, ¿Cómo después, sólo porque cambiaba la fecha, tenía menos valor?
  • Porque le otorgábamos el precio a las cosas en virtud del valor que pudiera tener en cierto momento y no su verdadero valor.
  • Pero el verdadero valor de las cosas siempre es el mismo.
  • Exactamente, el valor de cualquier cosa, sea un objeto, un servicio, una idea, lo que sea, se traduce en tiempo de vida de una persona.
  • Por lo tanto llegasteis a la conclusión de que todas las personas tendrían derecho a todos los valores creados en correspondencia a su vida.
  • Esos fueron los fundamentos de la declaración de derechos naturales de la vida humana basada en los nuevos valores. Era simple, todo el mundo tendría derecho a cualquier valor desde el momento de su nacimiento, siempre y cuando aportara al resto aquellos valores que produjera en su vida. No te puedes imaginar lo que fuimos capaces de hacer seis mil quinientos millones de humanos puestos a la faena. Sí, fueron unas navidades moviditas.
  • Tendríais muchos problemas al principio.
  • Sobre todo en los países desarrollados donde la cultura de consumo estaba bien arraigada. En estas fiestas por ejemplo, se le pedían a Santa Claus y a los Tres Reyes Magos de Oriente un sinfín de cosas inútiles y absurdas que por el simple hecho de ser caras se pensaba que iban a gustar o a ser necesarias. Perdone, creo que llaman a la puerta:
  • Hola hija, ¿cómo estás? Un beso. Hola, Manuel. ¿Y mi nieta más bonita? ¿Dónde está?
  • ¡Hola aaabuelooo!
  • ¿No cree usted qué este abrazo vale por toda una vida? Ven, ven conmigo, bonita, saluda a la Srta. Periodista.
  • Hol_
  • Un poco más fuerte que no se entera.
  • ¡HOLAA!
  • Hola, ¿Cómo te llamas?
  • Laura.
  • Y dime, Laura ¿Qué le has pedido a los reyes?
  • Un planeta con mi nombre.
  • ¡Guau! Eso sí que es un regalo.
  • ( Esta inscrita a un programa de astrónomos voluntarios, y ella ya ha descubierto varios nuevos planetas, quiere que a uno le pongan su nombre, y creo que los Reyes Magos se lo han conseguido )
  • ¿Proseguimos con la entrevista?
  • ¡Claro!
  • Abuelo, ¿me puedo sentar sobre tus rodillas?
  • ¡Ven aquí!
  • Me estaba hablando de los problemas que surgieron en los primeros tiempos.
  • Pues sí, los hubo. Había veces en que creíamos que no lo íbamos a conseguir. Con todo el mundo en activo en principio tuvimos problemas de sobreproducción y por tanto de sobreexplotación, y el planeta no se encontraba muy bien de salud en esos momentos. Así que la jornada laboral se fue reduciendo en algunas ocupaciones porque eran muchas personas las que la realizaban. Uno trabajaba dos horas y llegaba otro que continuaba el trabajo dos horas más y así. Tanto tiempo libre dejó a las personas un poco de espacio para dos cosas: Una, ocuparse de cosas importantes como por ejemplo relacionarse más con amigos y familiares; dos, preguntarse en que querían ocupar realmente el tiempo de su vida.
  • ¿Y cómo reaccionaron las personas en principio? ¿Hubo cierta tendencia no participativa?
  • ¿Quiere decir que si había gente que no arrimaba el hombro? Pues sí, pero el aburrimiento es el peor enemigo del hombre y finalmente siempre encontraban alguna ocupación a su gusto. Tú estás aquí por que se te ve que te apasiona el periodismo, ¿verdad? Y nadie te ha obligado, ¿verdad? La gente empezó a estudiar esto y aquello, lo que les interesaba. Asistimos a una explosión tecnológica como nunca antes habíamos visto, había ideas por doquier y ningún interés económico que las frenaran.
  • Nadie se querría ocupar de los trabajos más pesados o peligrosos.
  • Ninguna ocupación tenía más valor que otra, todas eran necesarias e imprescindibles, pero en algunas se necesitaba estar más cualificado que en otras, pero como le dije, tantos cocos con tiempo para pensar generaban avances exponenciales y este tipo de ocupaciones fueron sustituidas por máquinas con facilidad. Llaman otra vez, ¡hija! ¿Puedes abrir?
  • Tuvo que haber mucha resistencia por parte de aquellos más pudientes.
  • ¡Bah! No creas que eran muy numerosos, la riqueza estaba muy mal repartida y una vez eliminada su base de poder, no les quedó otro remedio. A nadie se le quitó nada, pero se tuvieron que adaptar. Salvo que alguien quisiera voluntariamente, no era ocupacional limpiarle la casa a otra persona, a no ser que fuera una persona impedida. Casi todo el mundo entró en razón, nos volvimos muy autosuficientes.
  • ¡Hola, abuelo! Un besazo.
  • ¡Hola, Diego! ¡Muá, Muá! Diego es mi nieto mayor. Te presento a la Srta. Noelia, de Canal-net.
  • Mucho gusto. ¡Eres famoso, abuelo!
  • Hace tiempo que no veía a mi nieto, ¿sabe? Él es el impulsor del equipo que desarrolló las neveras autónomas de energía fotovoltaica.
  • Sí, y en el desierto lo que les sobra es sol.
  • Lleva dos años implicado personalmente en su distribución por el desierto. Allí conoció a su compañera. Te presento a Nayanha.
  • ¡Hola! ¿Cómo estás?
  • ¡No paran de llamar!
  • Yo voy, abuelo.
  • Lo importante de lo que estamos haciendo, aparte de que podrán recibir el año con té helado, es que se consigue que los medicamentos se conserven.
  • Esa es otra de las cosas importantes que se consiguieron, la esperanza de vida ha aumentado abrumadoramente. Es, por supuesto, el que antes se llamaba tercer mundo, el que notó con mayor incidencia una mejora muy sustancial de la calidad de vida. Sin los intereses del primer mundo presentes, su capacidad de adaptación al nuevo sistema fue sorprendente. Es por eso que me encanta que la fecha coincida con la Navidad, nada más cercano a su espíritu que la igualdad de oportunidades de todas las personas.
  • Me hablaba de las reticencias.
  • A mi hermano lo tildaron con todos los “ista” que existían y a sus ideas con todos los “ismos”
  • ¡Hola!, ¿cómo estás? Es mi hermano Carlos, el menor, y aquellos que andan por allí, mis sobrinos.
  • ¡Hola! Noelia, de Canal-net. ¿Participó usted también en la formación del grupo de transición?
  • No, no. A mí desde el exterior me tocó aguantar los chaparrones. Los medios de comunicación eran realmente difamatorios con la figura de mi hermano. No podía soportar esa injusticia, pero él era inmune a cualquier ataque. Un hombre tenaz y perseverante hasta el final.
  • Piense, Srta. Noelia, que entonces los medios tenían dueño, por lo tanto, controlaban la información de manera descarada o sutilmente a través de la manera de contarlas o de otorgarles relevancia.
  • Menos Internet. Internet nos salvó, ¿no fue así, hermano? Me disculpa, voy a abrir, es mi mujer que estaba felicitando a los vecinos.
  • Lo que le ha dicho mi hermano es cierto, el muro informático levantado por China lo único que consiguió fue agudizar nuestro ingenio.
  • ¿Cual cree usted que fue el verdadero motivo que impulsó el desarrollo de los acontecimientos? ¿Las revueltas de Internet?
  • Cientos de millones de personas acudían a los llamamientos de abolición, eso fue muy importante pero creo que las principales causas fueron la evidencia y la verdad. La verdad, ese sí que fue un regalo de Navidad.
  • ¿La verdad?
  • Cuando las personas supieron y comprendieron que, ya fueran estados, empresas o particulares, cada vez que se endeudaban generaban nuevo dinero, que era esta la manera de crearlo. Literalmente de la nada. No entendimos quién le había otorgado el poder a los bancos de decidir el nivel de riqueza que debíamos poseer. Ni como se permitían mantener tanta pobreza. Un dedo acusador empezó a señalar por encima de los estados al sistema monetario internacional, basado en valores, ojo, no en bienes (lo de su correspondencia en oro hacía tiempo que había pasado a la historia) como causa principal de todos los males y desgracias.
  • ¿Y la evidencia?
  • Era evidente que para mantener un sistema así, el crecimiento, que no el bienestar, sólo se podía mantener creciendo sobre lo crecido infinitamente y es obvio que los recursos no son infinitos, aquellos que empezaron mucho antes que nosotros con lo del desarrollo sostenible tenían una razón incuestionable. La señal de alerta se disparó con la primera crisis, incluso los estados se dieron cuenta. Entonces aparecimos nosotros: frente al caos, abolición.
  • Bueno, observo que esto se está poniendo muy concurrido; y muy festivo, le parece para terminar que me resalte los cambios que usted considera más importantes.
  • Fueron tantos que. . .Está bien, veo muy significativa la disminución de la delincuencia y la violencia, quedó patente cual era su principal germen. Desaparecieron las guerras en su totalidad. La irrupción de las nuevas energías y sobre todo el hecho de que estas fueran autónomas, borraron el principal escollo para erradicar las desigualdades y salvaron nuestro planeta. La capacidad de poder obtener lo que se quisiera, a pesar del desbarajuste inicial, consiguió que cada cual se diera cuenta de que era lo que realmente necesitaba, las épocas del consumismo feroz, acabaron. La pobreza fue extinguida.
  • Como ven, este hombre, junto a un selecto grupo de visionarios, consiguieron cambiar el curso de la historia y de la humanidad.
  • Si me lo permite, me gustaría añadir, que eso fue precisamente lo más importante: la humanidad. Las personas se sintieron como seres humanos, y su objetivo pasó de buscar la felicidad a disfrutar de ella.
  • Dentro de breves minutos se cumplirán cincuenta años del momento oficial de la abolición del dinero. Cuando suenen las doce campanadas, llevaremos cincuenta años ya, desde que el dinero dejó de existir, una fecha que todos celebramos, estoy segura, con especial alegría.
  • ¡Perfecto! ¡Corten!
  • Mira, se ha quedado dormida. ¡Niña, despierta!, que han llegado todos los primitos, que van a sonar las campanadas. Oye, os quedaréis a tomar las uvas, ¿no?
  • ¡Claro!
  • ¡Claro! Noelia, tenemos que titularlo.
  • Yo le pondría – La Gran Campanada –