[ADVERTENCIA: ESTE TEXTO HACE SPOILER A LA NOVELA ‘CONSPIRACIÓN BLACK SWAN’]
El año de la abolición del dinero es la continuación de mi informe sobre El Club de los Cisnes Negros, resultado de la transcripción de las conversaciones del Club que dieron lugar a La Gran Hazaña.
Cuando vine a cumplir esta primera misión, el mundo estaba gobernado por un grupo de siete personas, las cuales controlaban el 99 por ciento de los recursos de todo el planeta tierra.
Esta élite mundial era invisible a los ojos de la humanidad. Si por un casual, esta intuía de forma efímera su existencia, solamente podía referirse a ella por el pronombre ELLOS. A Ellos, nosotr@s los llamamos Los Faraones y a su imperio del mal, La Estructura Faraónica.
El año pasado, tuvieron lugar una serie de eventos naturales y culturales que hicieron que los faraones, fanáticos de las supersticiones más antiguas, se convencieran de que la llegada del fin del mundo estaba a punto de producirse.
Guiados por un gran miedo, urdieron un plan para capturar a un grupo de individuos con facultades anómalas que, desde hace tiempo, estaban bajo vigilancia física y tecnológica.
Querían los faraones hacerse con estas facultades innatas que ellos llamaban poderes, con el fin de poder salvarse del inminente apocalipsis.
A las personas con dichas capacidades en ON, tanto nosotr@s como ellos, las llamamos Cisnes Negros, y a este grupo en particular, yo, que fui el primero en investigarlos, lo denominé El Club.
El Club está compuesto por los siguientes miembros:
Alexia, una premio Nobel inmortal; Miguel Ángel, un corredor de bolsa clarividente; MacCain, un militar con un cuerpo indestructible y una mente sin subconsciente; Valeria, la hija de la Mafia, que se comunica telepáticamente con Alejo, su novio extraterreste y, por último, Anicka, la niña vampiro.
Todos ellos son recluidos con engaños y artimañas en una especie de hotel ressort, concebido para el restablecimiento de la salud mental de altos directivos de las grandes corporaciones faraónicas. En la puerta del edificio, todavía hoy, después de lo que ha ocurrido, puede leerse este cartel: Bienvenidos a Un Mundo Feliz.
El hotel estaba dentro de un espectacular rascacielos diseñado por el desaparecido arquitecto Vlad Dracul, y se encontraba situado a los pies del Lago Kennedy, en Central Park, Nueva York.
Allí, por el día, el Club era psicoanalizado por una Inteligencia Artificial llamada Eliza y, por la noche, eran dormidos contra su voluntad y estudiados sin miramientos en un búnquer subterráneo.
A medida que avanzaba mi investigación, no tardé en descubrir un contra plan concebido por parte de uno de los recluidos: Miguel Ángel, el profeta.
Este cisne logró convencer al resto del Club no sólo de que debían escaparse, sino que además, tenían que evitar que eso no volviera a pasarles nunca más; según él, había que descabezar a la cima de la pirámide social y, así, conseguir un mundo más justo.
Tal es el alcance de la conspiración, que hasta uno de los faraones llamado Adil, dueño y señor de los mass media y el mejor amigo de facultad de Miguel Ángel, está implicado en este contraplan.
Es Adil, otro cisne negro con grandes dotes para la interpretación, quien logra convencer al resto de los faraones de que deben guardar sus mentes en un ordenador con el fin de insuflarla luego en una imitación del cuerpo inmortal del cyborg MacCain, a quien Adil consigue infiltrar convirtiéndole en faraón.
En el último momento, Moctezuma se percata de todo el complot y decide volarse a él y a todos los demás por los aires, en Un Submundo Feliz, bajo las aguas del lago Victoria. Quiere así evitar que toda la historia de los faraones, la cual se remonta hasta tiempos de la civilización perdida, se extienda por internet.
Al hacerlo, todos los faraones menos el traidor y Stalin, mueren, pero para cuando eso ocurre, sus mentes ya habían sido descargadas en un ordenador cuántico de origen misterioso, y actualmente, en paradero desconocido.
A pesar de que estos hechos salen a la luz, hechos a los que la gente común se refirió como La Gran Hazaña, durante este tiempo, nadie ha hecho nada por construir otra alternativa de mundo, y otra élite, la de los semifaraones, ha ocupado el trono de la anterior, y, la estructura del mal sigue campando a lo largo y ancho de este desgraciado e injusto mundo.
Todo, en definitiva, parece seguir como siempre, y aún así, según mi calendario, que es el mismo que el que manejaban los faraones, falta un año exacto para la desaparición completa de este mundo, tal y como lo conocemos.