Día cuatro. En el calendario actual, faltan 330 días para la abolición del dinero. Yo continúo en Barcelona, capital, como ya dije, de la recién inaugurada nación de las naciones catalanas.

La Internet Visible está que arde, y los movimientos de información y contra información tienen a los cyberespectadores muy confundidos.

Como supongo que sabréis ya, a estas alturas de la película, hay dos versiones que se extienden de forma viral por La Antigua Internet acerca de lo ocurrido en Bilderberg.

Apoyado en los organismos de seguridad del país, el presidente de los EEUU ha declarado en rueda de prensa que los vídeos que corren por internet son falsos, y advierte al ciudadano de los peligros de la desinformación en la red. Para el presidente, los medios de la televisión son los únicos en los que se puede confiar en estos momentos, ya que, según él, solamente ellos contrastan la información, y esta información sobre lo ocurrido en el Club Bilderbeg, dice el señor presidente, ha sido debidamente contrastada con el resto de las cámaras del hotel. La palabra contrastar ha sido repetida diez veces en una pequeña comunicación de apenas unos siete minutos y medio de duración.

Y, en efecto, dicho y hecho. Durante todo el día de hoy, los medios de comunicación oficiales han copado todo el ancho de frecuencia intentando convercernos de la falsedad de las imágenes emitidas por Populus y de la verdad de su versión oficial. No paran de poner una y otra vez un vídeo en el que Alexia salta por los aires después de hacer explosionar su cinturón de explosivos.

Bartoleando sin mayores pretensiones, haciéndome el despistado por la red Tor, me entero de que no soy el único que trata de rastrear la web Populus.

Bajo las órdenes de los semifaraones, los servicios secretos de las mayores potencias mundiales del globo también están buscando por todas partes la dirección IP, pero todos sus esfuerzos están resultando vanos, porque la IP de los servidores de Populus cambia cada un chrono, una unidad de tiempo cuántico imperceptible para los sistemas digitales del momento, que hace que la IP se visualice borrosa, en constante movimiento, y por tanto, imposible de rastrear.

No han tardado los gobiernos de todo el mundo en declarar a Populus como el grupo terrorista más peligroso del mundo, y más de un político se traba la lengua al tratar de explicar cómo los hácker-terroristas han podido intervenir todas las telecomunicaciones del #MundoMundial.

Muy en particular, la inteligencia norteamericana no para de invadir la red con bots que dicen que Populus amenaza el mundo libre, la democracia, nuestra civilización. La Agencia Nacional de Seguridad ha alertado de que este grupo puede atacar los principales servidores que manejan el grueso del tráfico de la internet o algunos centros claves que suplen de electricidad a dichos centros. Añade además un experto en la materia en el telediario de las doce de la mañana de que este no será seguramente el último ataque, y recomiendan a la población que salga a las calles y que no estén en sus casas pendientes de los virus informativos que contaminan la conciencia con información falsa.

Apenas han pasado las doce del medio día en Europa y ya hay toda clase de especulaciones sobre el estado de salud de la premio Nobel. No paro de navegar y navegar por RadioPatio pero no encuentro ná de ná que me sirva para saber, con certeza, si está viva o muerta.

Mientras tanto, el rumor de que Populus es un sitio inquebrantable, irrastreable, donde el anonimato es completo y seguro, se ha extendido como la pólvora por la internet oficial, y, en seguida, todo el mundo ha empezado a subir vídeos allí, seguros de que Populus protege su anonimato.

Así pues, miles, qué digo miles, millones de vídeos sobre lo ocurrido en Bildelberg están subiendo en estos momentos desde múltiples puntos del planeta tierra.

Ni que decir tiene que es absolutamente imposible verlos todos, y más imposible aún si cabe, diferenciar los ficticios de los verdaderos con las herramientas tecnológicas actuales.

Al final, el gran público termina viendo los vídeos que se han convertido en memes, prescindiendo de su veracidad e inaugurando todo un nuevo género en internet, que es la realidad ficticia o la ficción realista.

Me tiro en la cama, desbordado por el exceso de documentación precientífica en la #Net, imposible de ser procesada de forma lineal por mi consciencia, y me limito, como cualquier hijo de vecino, a ver los vídeos que han superado los cinco billones de visitas.

En el listado hay uno que me llama especialmente la atención y que ocupa uno de los primeros puestos en el ránking de visualizaciones, se llama La niña fantasma.


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