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Pues nada, señor@s, el día R, el martes de Carnaval, la R de revolución ya ha llegado, ya está aquí. Y siento un orgullo inmenso al decir que no ha defraudado absolutamente a nadie.

Pongámonos en contexto. No sé si ya he mencionado, pero por si acaso lo vuelvo a decir, que desde principios de año, el calendario es global y, por tanto, es la misma hora en todos los países, aunque cada cultura usa en realidad los dos horarios: de puertas a dentro, el de su meridiano; de puertas afuera, el huso horario global.

Es por esto que puedo narrar que, desde primera hora de la mañana, en todo #ElMundoEntero ha comenzado a propagarse el rumor de que El Club de los Cisnes Negros iba a participar en #LaGranBacanal, otro de los muchos sobrenombres con los que se ha denominado este día.

A las ocho y media de la mañana, hora global, Populus (El Quinto Poder) ha interrumpido todas la comunicaciones del mundo, animando a la aldea en todos los idiomas y dialectos a salir a la calle disfrazados del Club de los Cisnes Negros, para protegerlos de cualquier iniquidad que los semifaraones, así los llaman y los mencionan ya abiertamente, sin ningún tipo de disimulo, no puedan usar las fuerzas del orden para quitarles la vida, tal y como han hecho con toda una larga ristra de cisnes negros a lo largo de la historia, entre los que cabe mencionar, por ser uno de los últimos, a nuestro querido Noraa.

Ni qué decir tiene que me he vuelto loco tratando de averiguar dónde se halla el club de los cisnes en estos momentos, y encontrarlos ha sido más difícil que buscar una aguja en un pajar, más enrevesado que ver a Wally entre siete mil millones de Wallies.

Por fin, gracias a una absurda coincidencia en mi localizador de ADN, he podido saber que los siete cisnes negros están penetrando ahora mismo por la Carrera de San Jerónimo en la plaza de Sol de Madrid, una de las tres capitales de Iberia, junto con Barna y la siempre decandente y poética Lisboa.

Entran, como digo, en la plaza y, en seguida, se separan perdiéndose entre el gentío.

La plaza de Sol se ha transformado en una gran fiesta de creatividad y, por todas partes, se divisan pequeños grupos con obras de teatro, bailes, juegos, comida ecológica, obras de arte, poesías y demás eventos típicos de este movimiento cultural.

Los antidisturbios se encuentran por todas partes atomizados en pequeños grupos, paseando como islas vivientes entre la gente, conectados entre ellos por radio.

Mac Cain, a pesar de estar muy impresionado por la explosión de colores que hay en el ambiente, hace por no relajarse y comienza a buscar espías por doquier.

La tarea le está resultando más ardua de lo habitual, ya que muchas personas van hablando solas, representando personajes u obras de teatro en abstracto. Muchas de ellas están vestidas de bufones que, con las cámaras de sus móviles, (algunas de mentira, otras, no) hacen que graban todos los acontecimientos. Populus, soy Populus, nada se escapa al ojo que todo lo ve —van diciendo mientras lo graban todo— no saques el lado oscuro de tu corazón porque estés donde estés siempre hay alguien que te ve.

El olfato de Mac Cain no ha logrado reconocer nada, y este se dice para sus adentros, vamos, vamos, salid bonitos, que yo sé que estáis aquí.

De pronto, el cyborg nota que algo tira de su mano para abajo, intentando captar su atención.

—¡Anicka! ¿Dónde estabas?

—¿A quién buscas? —le dice la niña.

—A nadie, ¿por qué?

—Entonces, ¿qué haces aquí?

—¿Eh? Pues no sé, me he parado pero sin saber… —le contesta Mac Cain aturdido por un déjà vu.

—Estamos en el puesto donde te explican el Livuk, una aplicación de móvil para practicar el nuevo paradigma económico, según pone ahí, Mac Cain.

Volviendo a modo turista, este levanta la mirada y se encuentra ante una bella señorita pelirroja, completamente desnuda y con el cuerpo pintado de verde con motivos naturales dibujados con pan de oro; es una diosa, piensa Mac Cain.

—Dígame —le dice la señorita— ¿quiere que le ayudemos a registrarse en el Livuk? ¿Conoce la renta de abundancia radical?

—¿Livuk? ¿Renta de Abundancia Radical?

—El Livuk es un banco de recursos liberados. Usted compra algo y lo sube a la biblioteca de objetos, y en ese momento, ya es libre, ya se ha convertido en un bien común. Igualmente, cuando se registra, usted debe poner cuáles son sus necesidades en el mercado de las necesidades, para que EL HACEDOR, que es nuestra inteligencia artificial, conecte la oferta con la demanda, y pueda satisfacerlas lo antes posible. Cada uno coge según sus necesidades, cada uno produce según sus posibilidades. Si no lo ha entendido, puedo explicárselo otra vez.

Mac Cain está tan embobado que apenas puede poner cara de estar escuchando. Esos pechos como peras glaseadas, que llegan a mi boca, y que…

—Señor, ¿se encuentra usted bien?

—Siga, siga. Pero ponga usted más emoción, más sentimiento, quizás así me entere mejor—dice Mac Cain para que a la señorita se le muevan más aún los pechos al hablar.

—La renta de abundancia radical va subiendo a medida que la gente va liberando más recursos. Lo mejor de todos para uno, lo mejor de uno para todos. Este es el lema del nuevo sistema económico. Todo es libre, gratis, no hay dinero, todos ponemos lo mejor de nosotros mismos al servicio de todos, y todo es común y compartido.

—¿Dónde estoy? ¿En el paraíso?—dice Mac Cain aturdido.

—Esto es la Fiesta R, la Revolución verdadera, la fiesta de la paz, el cambio tranquilo, sólido y eterno, ¿recuerda?

—Este viejo loco ha visto tantas cosas que ya uno no sabe si recuerda cosas de tiempos presentes, de tiempos futuros o de tiempos pasados.

—Perdone, no le entiendo.

—Discúlpenos, señorita, —dice Anicka—, pero debemos irnos. Anda, porfa, acompáñame allí, caballero de crema.

Anicka señala hacia uno de los extremos de la gran plaza. Un gran corro de gente rodea a la que se ha convertido en la atracción más exitosa de la fiesta del 17R en todas las plazas del mundo en las que se está celebrando.

—Déjame, Anicka, no puedo caer en distracciones, ahora soy un perro sabueso y tengo que permanecer al acecho para detectar a gente de mala condición.

—Pues allí donde quiero ir dicen que saben separar los buenos de los malos.

—Ya me gustaría a mí tener un juguetito de esos para hacer mis pesquisas. Eso será un truco de magia como cualquier otro.

—Pues a mí me gusta la magia, yo también soy un poco maga, ¿recuerdas? Venga, venga, vamos, porfa, porfa, porfa, vamos a probar si somos gente de buena condición.

Mac Cain se abre hueco, pidiendo disculpas, con la excusa de que su nieta, por ser tan pequeña, no logra ver nada desde tan atrás.

En la primera fila, se observa una gran línea negra dibujando un círculo. En el centro de este, una fina pantalla holográfica, también de color negro, se levanta flotando a unos centímetros del suelo. En el interior, dibujada en 3D, puede verse la fórmula del amor de Alejo. Afuera, rondeándola, saltimbanquea con mucho verbo el holograma del bufón de Populus, tratando de animar a los curiosos a saltar a través de la pantalla.

—Vamos, señores, no remoloneen más, ¿o es que acaso albergan alguna duda respecto del color de sus corazones? ¿Tienen miedo quizás de descubrir que la sombra de su alma les domina?

La gente, con gran expectación, espera a que algún voluntario se atreva a pasar. El bufón continúa con su ristra de provocaciones.

—Vamos, vamos, no se apuren, señores, no hay nada que perder, que el sentido del ridículo, como saben, es el arma de dominación social más refinada.

Un grupo de chicas adolescentes, que no para de reír por tener el pavo muy subido, da un paso adelante y entra en el círculo.

—¡Brrrravooo! —dice el bufón— las ninfas del Peloponeso se disponen a saltar. Vengan por aquí, señoritas, sitúense en la línea de arranque; cuando diga tres, salgan corriendo; al llegar a la otra línea negra, peguen un salto con todas sus fuerzas y métanse dentro de la pantalla. Preparados, atención, señores, máximo silencio, por favor, recordad, los buenos pasan, los malos se quedan. A la de una, a la de dos y a la de ¡tres!

Siguiendo las indicaciones del bufón, las chicas corren y se lanzan contra la pantalla. Cuatro pasan al otro lado, como si la pantalla estuviera hecha de aire, pero otra desaparece, se ha quedado dentro.

Mac Cain y Anicka escuchan un largo ohhhhh de admiración y se miran sorprendidos por lo que acaba de pasar. Aquí hay gato encerrado, dice Mac Cain, que al igual que Anicka, se ha percatado de que la fórmula del amor está dibujada en la pantalla.

En estos momentos, el bufón se está acercando a las chicas, que se encuentran un poco desconcertadas por la ausencia de una de sus amigas: buen intento, pero no, no temáis por vuestra amiga, ella está a salvo, aunque cuando salga, recordad que debéis amar su alma limpia, ausente de todo mal.

Mientras esto sucede, un buen número de personas está corriendo hacia otro corro sobre el que se agolpan según van llegando. En el centro, una periodista está entrevistando a un viejecito encantador, que va disfrazado de Mac Cain, uno de los pocos que había conseguido pasar al otro lado de la tela negra, antes de que las chicas saltaran.

—Buenas tardes, caballero, ¿qué hay al otro lado de la pantalla?

—Me encantaría decírselo, pero es un truco de magia, no puedo revelar nada.

—Entonces, ¿no hay nada al otro lado? Muchos foreros están diciendo en la red que Populus tiene una tecnología muy avanzada y que este es el principio de un gran ataque mundial, con el que van a arruinar a países enteros.

—Ja, ja, ja, esas son conspiraciones infundadas, como todas. Es una pena que no pueda revelar el truco, porque si así fuera, la gente vería qué fácil, qué sencillo es; solo hay que jugar con el punto de visión de la gente que está mirando, como en todos los trucos.

Entretanto, en el otro corro, el bufón ha abierto de nuevo el turno de invitaciones para saltar.

—Esta es la puerta de los elegidos, da un paso adelante si quieres medir la valía de tu corazón. ¿O es que acaso ya no tienes corazón? ¿O quizás lo has vendido por unas miserables pepitas de oro? ¿Será que te has olvidado de él?

Con decisión, Mac Cain y Anicka, agarrados de la mano, dan un paso al frente. Detrás, llega el resto del Club, también interesados en la atracción.

—Bueno, bueno, bueno, pero qué tenemos aquí, es una réplica del Club de los Cisnes Negros al completo. Veamos si hacemos pleno al quince. Pero, acérquese, usted, ¿usted quién es? ¿De qué va disfrazado? ¿Estabas tú en La Gran Hazaña?

Roger se pone muy nervioso y comienza a balbucear.

—No me conteste ahora, sino después de la publicidad, jajajaja —ríe el bufón histérico perdido, completamente desatado, saltando de una lado para otro, haciendo que tiene una camisa de fuerza e imitando al Jóker de Batman, con los ojos de mentira saliendo de sus órbitas.

La gente se asusta un poco y da un paso atrás. Alexia se impacienta:

—Oye, oye, oye, ¿saltamos ya o no? Que tenemos prisa.

—Caaaalmaaa —le recomienda Miguel Ángel.

—Pues es que no me da la gana. Que hay una cola que no veas, y este tonto aquí haciendo el tonto.

El bufón se acerca de muy mala leche, vengativo, con cara de Mussolini, y cruzando los brazos, como hacía él cuando daba sus discursos desde la Plaza Venezia.

—¿Cómo estás tan segura de que vas a entrar?

—Y a ti qué te importa, cotilla, —sale Valeria en defensa de la madre— tú da la orden y chisdando, ¿no ves que tan sólo eres un bufón?

Humillado, el bufón saca una pistola y pega un disparo al aire. La gente se asusta, la policía viene corriendo que se las pela, Adil dice:

—Vamos, vamos, corred.

El Club comienza a correr y salta a la pantalla. Cientos de policías saltan detrás de ellos pero rebotan contra la membrana como si esta fuera una cama elástica, y caen todos de culo al suelo. De fondo, cientos de personas ríen como si estuvieran en un circo viendo las tonterías que hacen los payasos.

De manera oficial, puede decirse que el Club ha entrado en la dimensión oscura, una versión beta de la red invisible, esa que Noé ordenó abrir desde Camp Davis.

Anicka y Mac Cain han permanecido juntos, los demás han entrado cada uno por una puerta distinta.

—¡La madre que me parió! No veo nada, ¿de dónde vienen esas voces? —dice Mac Cain.

—No te preocupes, abuelito, —dice Anicka imitando al bufón —todas las personas que oyes aquí son de fiar.

—Pero, ¿tú los ves?

—Soy la reina de la oscuridad, ¿recuerdas? Aquí todos estamos entrelazados por la pantalla negra.

De pronto, una voz artificial comienza a hablarles:

—Bienvenidos, soy el Hacedor, y estás en el lado oscuro del universo. Has dejado de ser partícula para comportarte como onda. Las voces que estás escuchando proceden de la asamblea universal de corazones sin sombra. Conéctate al canal 1 para escuchar lo que se está diciendo en ella, o al canal 2 para iniciar conversaciones paralelas. Si quieres leer un resumen de lo dicho hasta ahora di en alto canal 3.

—Canal 3, por favor —dice Mac Cain.

—Llevamos seis horas de asamblea. Se ha hablado de la seguridad del software inteligente y se ha inaugurado el proyecto cuántico, que consiste en generar una nube cuántica alternativa a la internet oficial, donde se guardarán todos los descubrimientos peligrosos para los poderes fácticos. Puedes ampliar esta información en el canal 4. Ahora mismo, está a punto de hablar el usuario 247. Conectando a la asamblea en 3 2 1.

—El usuario 247 tiene la palabra —dice otra voz artificial que hace de moderador.