Estoy en Berlín, Alemania. Hace poco que ha amanecido, pero hoy Nexo se ha levantado antes del toque de queda. Su corazón está pletórico y late con fuerza. No ando muy desencaminado si afirmo que Thiago se ha hecho líder de todo el movimiento neonazi de internet.
Hasta el momento disgregadas por todo el globo, Nexo no ha tardado mucho en unir todas estas redes sociales bajo su regazo. Cierto es que ha recibido mucha ayuda del responsable del atentado en Noruega contra las juventudes socialistas, también entre rejas desde hace ya algún tiempo, que le ha señalado a él como líder espiritual del movimiento. Movimiento al que él mismo ha puesto nombre: Aurora Dorada, término que ha tenido una acogida eufórica, espectacular, entre los más adeptos.
El pecho de Nexo está henchido de orgullo al comprobar que, además de los nazis, muchos de sus seguidores en el Livuk son jóvenes que sienten una gran nostalgia de la época de los faraones, a los cuales rinden culto de maneras muy variadas. Algunos lo hacen atacando despiadadamente a los pobres, otros comprando en el mercado negro sus objetos personales, otros pasan horas y horas leyendo la pequeña parte de la información de sus cerebros que, tras La gran hazaña, los invisibles subieron a internet; la leen y la comentan críticamente, escribiendo epopeyas que rememoran sus gestas más señaladas y el gran poder, en definitiva, que tanto ellos como sus antecesores ostentaron a lo largo de toda la historia de la humanidad, desde el nacimiento de las primeras civilizaciones.
Después del desayuno, Nexo sale al patio a dar una vuelta. Hoy está la cosa tranquila, sin más violencia que la que ya hay en el propio ambiente. Haber estado toda la noche arengando por chat a toda su gente le ha dejado más nostálgico que nunca y, ahora, solo le apetece sentarse en una grada a solas, disimular que ve el partido de baloncesto al que están jugando unos cuantos presos y ponerse a recordar. Hoy Nexo quiere recordar…