Capítulo de obra, Memorias de un pijo desclasado

El culo de la Kardashian y la moral del esclavo II

Ya se ha dicho en esta editorial por activa y por pasiva que existen tres maestros de la sospecha, y que uno de ello es Nietzsche, como no podía ser, por otro lado, de otra manera.

Y es que este señor feo y loco, que sufría unos dolores terribles de cabeza y de todo, y que pasaba grandes temporadas en sanatorios, luchando contra una biología infernal, vino a extraer de sus profundas reflexiones que el ser humano aún no se había desligado de esta relación subordinada que había heredado de la época de los dioses y de la época de las religiones monoteístas.

Este señor viejo y loco, de cuerpo tullido y encogido, vino a tocar la campanilla sobre una cosa impactante, y es que, aunque la sociedad te diga que eres libre, todavía sigues siendo un esclavo. Y que aún incluso si ya hubiéramos pasado la revolución que abolirá el dinero, y el hombre ya no tenga que comprar y venderse a cambio de unas monedas para asegurar su subsistencia, aún incluso si esto ya hubiera sucedido y estuviéramos en la era de la abundancia, el hombre seguiría comportándose como un esclavo.

Y es algo, que como el capitalismo, ya casi es cognitivo, lo tenemos programado desde que nacemos, y quién sabe, si no pasamos esta información envirada de generación en generación, de padres a hijos, por los siglos de los siglos, amén.

Y yo sé que no hay nada, NADA, que más le joda a mis lectores que mis enormes e infumables digresiones.

Máxime, cuando encima, para colmo de los colmos, estas están al principio de cada artículo de opinión, y ni siquiera he comenzado a hablar sobre lo que yo quería decir y sobre lo que tú querías escuchar: el culo de la Kardashian. Así que vamos al tomate.

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