Capítulo de obra, Conspiración Black Swan, El ayudador

Pruebas psicológicas a Valeria (16)

En el gabinete de psicología del doctor Holtz

—¿Doctor Holtz? ¿Se puede?

—Pasa, Valeria, toma asiento, por favor. ¿Sabes lo que vamos a hacer hoy?

—¿El qué?

—¿No te han informado?

—Ah, eso, pensaba que te referías a otra cosa diferente.

—Ya tenemos los resultados del test de inteligencia, ¿no te gustaría saber lo que has sacado?

—Bien, en la parte matemática; mal, en la de lenguaje. Como siempre.

—¿Y a qué piensas que se debe eso? ¿Sabías que, en términos generales, las mujeres tienen mayor capacidad verbal que los hombres?

—No es mi caso. Las humanidades son hobbies. Yo voy a estudiar ingeniería informática.

—Es un poco raro que saques estos resultados teniendo en cuenta tu facilidad para construir historias.

—Yo cuento lo que me pasa. No me invento nada. Si vosotros no me queréis creer, va fan culo.

—Está bien, Valeria, no te alteres; ya sabemos que debemos controlar nuestros estados emocionales, gestionar la ira.

—Lo sé.

—Bien, pasemos a otra cosa. Veamos. ¿Qué ves aquí?

—¿Una mancha?

—No, aquí hay dibujado algo, ¿tú qué ves?

—…

—Valeria, haz un esfuerzo.

—Ay, espera, espera, que creo que ya veo algo, noooo, se me ha vuelto a escapar. Con esto me pasa como con los dibujos en 3D. Me cuesta mucho, siempre acabo perdiendo el punto de vista.

—No te preocupes. Relájate. Efectivamente, esto es una mancha, pero también puede ser más cosas. Una piedra dejó de ser una piedra cuando se convirtió en una herramienta para cortar la carne. ¿Estás de acuerdo?

—Sí.

—Bueno, pues ahora, por favor, haz un esfuerzo. Cambiemos de imagen. ¿Qué ves aquí?

—…

—Tómate tu tiempo.

—No sé, de verdad, es que… bueno, se parece mucho a cómo quedan los sesos desparramados por el suelo si se le pega un tiro a bocajarro a alguien.

—…

—Es que no veo nada más. Yo es que lo siento mucho, pero no tengo imaginación en ese sentido. Me pones un problema matemático o a que te programe un servidor web y te lo hago. ¿Te gustaría? Puedo hacerlo.

—Gracias, Valeria, si se me rompe el ordenador, te llamo. Ya puedes irte cuando quieras, hasta mañana.

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