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A la vista de la pobreza intelectual que recorre los mass media, y que están obligados a que así sea, tal y como se explica claramente en el ensayo El desprecio de las masas, no nos queda otra que hacer un verdadero análisis de la película El buen patrón, del director español Fernando León de Aranoa.

Quien tenga dos dedos de frente y haya visto el film seguramente se le haya quedado el mismo mal cuerpo que se nos quedó a nosotros, por mucho que la estructura de la película, y sobre todo y muy fundamentalmente, el final de la misma, indiquen que es una comedia.

Sentimos mucho citar a Marx, pero es que no hay más remedio que hacerlo, cuando dice que cuando la historia se repite, esta vez lo hace como farsa, y así es como ocurre en la película. Lo que tendría que haber sido un drama y haber acabado como tal, creando conflictos que al final, terminan explotando justo en el momento en que la comisión visita la fábrica, termina siendo una comedia, en la que se tratan de una forma cómica todos los tópicos de crítica a la sociedad neoliberal que tras la segunda guerra mundial se ha ido instalando de forma imparable, y cuya estructura de poder ya es tan sólida, tan fuerte, que sigue adelante, camino de la distopía y de la involución de la especie humana; estructura fuerte y aguerrida, que solamente puede caer como un castillo de naipes en futuribles aún más distópicos como son la llegada de los virus que reducen drásticamente la población mundial, la llegada de los zombis, de los extaterrestres o la guerra nuclear. La ficción del régimen, vía Netflix y demás plataformas de ficción, ya se encargan de preparar marcos apocalípticos en el espectador para que este trague con cualquier cosa y solamente diga en su realidad física y real: ‘virgencita, virgencita, que me quede como estoy’.

Y esto es precisamente lo que dicen todos y cada uno de los empleados de la empresa cuando ven que echan a un trabajador y nadie se solidariza con él, salvo un más que ambiguo guarda jurado, que buscando la comicidad de la masa, le ayuda a crear lemas contra la empresa para la que trabaja.

Un personaje que lleva a sus últimas consecuencias el marco que le han implantado en la cabeza, la secta empresarial, eso que ahora se llama cultura de empresa, y que no es otra forma de disfrazar la ideología de las empresas, una estructura de poder desigual, donde todo el poder lo tiene el empresario y el poder en potencia de los trabajadores ha sido eliminado por los propios trabajadores, tal y como se explica en, lo sentimos por volverlo a citar una vez más, en El desprestigio de las masas, donde estas ya se han dividido en individuos en la vida física, han perdido la consciencia de su potencial político, y ya solo se comportan como masa a través de su vida digital, adorando a los nuevos dioses, y pensando así que acceden a una personalidad o a una subjetividad propia y elegida, cuando en realidad no hacen más que consumir productos de masa, hechos para la masa, concebidos para entretenerlos y convertirlos en ‘acríticos’ o como ellos se definen ‘apolíticos’.

Es muy importante que nos fijemos en que la película comienza explicando la estructura de poder y el discurso que la cimenta, y que a medida que esta avanza, acaecen ciertos sucesos entre los empleados de la fábrica que ponen en peligro este orden, y que al final de la película, dicho orden vuelve a restablecerse.

Es importante también que veamos que este poder siempre es de partida desigual y que existen entre los personajes de la comedia diferentes estrategias para enfrentarse, posicionarse o sobrevivir a esta desigualdad, y debemos recalcar una y mil veces que estas conductas siempre se llevan a cabo de forma individual, nunca de forma colectiva, porque una vez más tenemos que repetir, que el poder de lo colectivo se ha fragmentado tanto que casi no existe, y términos como la inteligencia colectiva, que nacieron desde el ánimo de crear una unión entre las gentes, para que se organizara, ahora ha pasado de nuevo, como siempre, a ser usurpado por el sistema, y solamente ya es usado en las empresas, para reforzar su discurso corporativista, y hacer que los empleados produzcan más, sin que el reparto de los beneficios ni la toma de decisiones, que es donde realmente se encuentra la horizontalidad, se vea alterado.

Pero volviendo al tema de las estrategias de los personajes frente al poder establecido, tenemos, en primer lugar, el ejemplo del personaje de Jose, un hombre de 50 años que al final, experimenta un despertar individual, una especie de iluminación, ya ni con el dinero, ni con el trabajo, ya no hay nada con lo que se le pueda comprar, ha llegado a una especie de estado de iluminación o de despertar, en el que se da cuenta de que aunque lo pierda todo, en realidad no pierde nada, es el héroe, y como tal, el sistema tiene, debe, está en la obligación moral, aunque como dice el patrón, no le guste, de acabar para siempre con esa conducta, que es la más subversiva de todas. Este personaje ha pasado a estar fuera del sistema, ha transicionado al mundo outsider, se ha despojado de todas las capas de prejuicios, se siente bien viviendo así, sin nada, y vuelve a su verdadera naturaleza. Es muy importante para la estructura piramidal, faraónica, que personajes como estos sean eliminados más pronto que tarde. Y es el propio guionista quien lo mata. Y no es un aviso a navegantes, ya que todos sabemos el precio de enfrentarse y de vivir fuera del sistema, y que muchas veces, la mayoría, se paga con la vida. Solamente los profetas tienen la altura de miras suficiente para saber que no van a cambiar nada, y para ser conscientes de que van a perder la vida en el intento. El personaje de José no llega a tanto, puesto que no es consciente de que los caminos de la estructura de poder son como los caminos del diablo, se usan todos los que se encuentren a su disposición, sean buenos o malos, da igual, puesto que el fin justifica los medios, principio fundamental de la filosofía de la estructura del mal.

En segundo lugar, tenemos el personaje del inmigrante. Un tío competente hasta lo último, con liderazgo y sexa-peal, que NO SE CASA CON NADIE, es conocedor del sistema, no va a entrar en la ideología de la empresa, no trabaja por servilismo, ni por fidelidad al patrón, es un obrero que es consciente de que está en la mierda, y de que solamente puede sobrevivir vendiendo su fuerza de trabajo al mejor postor. No tiene ideología, pero sabe perfectamente cómo funciona el mundo, y dónde está él, dónde está el patrón, y utilizará toda su listeza y competencia para sobrevivir y posicionarse lo mejor posible en la estructura.

En tercer lugar, está el personaje de la becaria. Ella pertenece a la misma clase social que El buen patrón, tiene estudios universitarios, y ha cultivado su mente, su inteligencia social, y conoce el sistema perfectamente, tiene la perspectiva de los de arriba, que necesitan apoyarse en el discurso del mérito para consolidar la posición en la estructura de las nuevas generaciones. Es la única que gana en el enfrentamiento con el patrón, porque ella es hija de patrones, en realidad, la estructura no se mueve, solamente abre hueco para que se coloque alguien de la casta.

Y por fin, el personaje del director de producción. El que parecía el segundo de abordo, y que al final, cuando es despedido, se descubre que no era más que un lacayo de la estructura, un lacayo como lo era su padre, que le llevaba la escopeta al padre del patrón, un lacayo que pagaba las culpas del niño rico de papá, como le pasa a la asesina de la serie de Rapa. Solo que esta consigue vengarse, y este, en cambio, es expulsado por la estructura de poder sin pena de gloria, y vuelve otra vez a su condición de don nadie, y de pringao, a su condición de masa, vuelve a ser lo que ha sido siempre, un José, e indica que no existe ascenso social, ni mérito, ni capacidad, y que la gente de abajo no puede permitirse un desliz en el trabajo, porque si no rinden, si no se sincroniza con la maquinaria de producción, si no son fuerza productiva, son máquinas que no valen, máquinas defectuosas, y por tanto, son expulsadas. Es el director de producción un pieza más en el gran engranaje de la empresa, y cuando deja de funcionar, y afecta a todo el sistema, la pieza es reemplazada.

En último lugar está el criado viejito, fiel, humilde, el que responde más al estereotipo de sirviente o esclavo, propiedad de la familia, con el que la familia del patrón tiene una relación de protección, pero a la vez, cuanto más estrecha es esta relación, más alto es el precio que paga, puesto que al ser el sirviente del señor feudal, puede hacer con él lo que quiera, que este nunca, nunca, nunca se va a revelar.

Quien pensara que en la escena final el sirviente iba a matar al patrón taladrándole la cabeza no conoce bien la teoría de los géneros y sus restricciones. Si así hubiera acaecido, la película habría sido un drama con toques cómicos, como otras películas del director. Ha querido Fernando León hacer esta vez lo mismo pero a la inversa, una comedia con tintes dramáticos, quizás para llegar a través de ‘la españolada’ a un público más amplio, y tratar de concienciar a través del sentido del humor, a ver si así a más de uno se le enciende la lucecita, cosa que, sentimos decir desde la editorial, que no creemos que vaya a suceder, puesto que para interpretar cada uno de los tópicos discursivos que se cuestionan, como por ejemplo, el discurso del mérito, la dependencia del estado del sector empresarial, o las herencias o riqueza heredada, hay que tener cierto espíritu crítico. Y si por casualidad a alguien, uno de cada 100, se le despertara esta lucecita, ya están en camino un montón de artículos de la maquinaria de poder, como el artículo de opinión al respecto del periódico El Español, que se llama Deconstruyendo El buen patrón, para volver a dormir el pensamiento masa, y de nuevo, como se hace al final de la película, mientras patrón y sirviente cuelgan el nuevo triunfo de la pared, como si fueran cabezas de animales de una caza, para de nuevo una vez más y todas las veces que sean necesarias EL ORDEN QUEDE RESTABLECIDO.