Capítulo de obra, Diario de una bibliotecaria precaria

LA BNE, el mundo que viene (DBP)

De vez en cuando, me da por ahí, y me acerco a la BNE a evaluar a sus empleados. En la entrada, me hago la naïf, el visitante novato, un poco intimidado por las normas de seguridad de la institución, y continúo así, con esta misma actitud durante toda mi visita, para que no sospechen de mí.

Tengo la suerte de ponerme rojo a volonté y eso es bueno, porque cuando la gente te percibe débil es cuando te puedes soposar la bondad de su corazón.

Como Alfredo Landa llegando de su pueblo a la capital, entro en la sala de información, la entrada a la utopía. Cuatro personas en paz interior trabajan con música clásica de fondo y olor a madera en una sala llena de belleza. En seguida, pienso en el segundo artículo de la Constitución Universal, el derecho a la belleza, y me da por vaticinar que, en el futuro, todo el mundo tendrá derecho a trabajar en ambientes estéticamente bellos.

Ya en la sala de información bibliográfica me pongo un poco más exigente, y sin perder la candidez, me hago pasar por una investigadora del mundo de lo esotérico y pregunto si esoterismo y ocultismo están en el mismo número de la CDU, o tengo que irme a esoterismo y luego a ocultismo. La niña que me atiende duda un poco y va a buscar la CDU y con ella en la mano me contesta.

Una vez en la cafetería, uno vislumbra un mundo sin clases. Los okupantes de la biblioteca nacional es tan educado, tan culto, tan refinado, por él han pasado tantos libros, tanto pensamiento, que las almas son tranquilas, y afuera, el mundo es triste, obsceno, pero dentro, dentro de la colección de clásicos latinos y griegos, o de los diccionarios, o de la historia de las mujeres, o de toda la colección de obras de literatura española, ahí, no hay dinero, ni clases sociales, ni racismo, ni diferencias, sino más bien amor por el saber, por el conocimiento, porque todos somos iguales y todos somos hermanos y todos sentimos placer aprendiendo.

Con estos principios en el corazón, bajan los okupantes a la cafetería, y se encuentran con Gloria, la mujer que les da desayunar, de comer, y que les trata de forma familiar, y ellos a ella, porque todos somos iguales, y todos somos hermanos, y, estamos en la Biblioteca Nacional de España, en uno de los templos de conocimiento más importantes del mundo, y aquí, todo el mundo sabe que hemos venido a este mundo a conocernos a nosotros mismos y a amar al prójimo.

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