La vida de la opositora es así. Hoy he ido al Corte Inglés a comprar. En realidad, es para darme un paseo. No puedo dejar de ser convencional, y unir deporte a compras. Soy una hija, al fin y al cabo, de mi tiempo. Esto no dejaría de ser un detalle irrelevante si no fuera porque una de mis guarradas me ha cogido a traición en la sección de libros de informática, donde estaba consultando un libro llamado Facebook para dummies.
¿Decepcionado por el título?
Como cualquier opositor, estoy lejos de ser algo del otro mundo.
Ya dije en su día que no soy más que un animal, y como tal, me dejo llevar por el medio ambiente, la genética y las ideas que los otros tienen de mí, no controlo las causas sino que solamente soy víctima de los efectos.
Como iba diciendo, una de mis guarradas me ha cogido por sorpresa. Estaba a punto de coger el libro de Facebook para dummies cuando, inconscientemente, he sentido que de mi particular hueco de la nariz iba a gotear un poco de moco.
Hábido, rápido como un rayo, mi dedo índice de sapiens ha corrido a barrer el hoyo de forma implacable, confiando en que toda la masa inerte iba a permanecer unida sobre la superficie de la uña hasta que el kleenex bendito y apolíneo llegara tiempo para que el blandiblup descansara finalmente en él.
Esperad, que me ahogo de hablar tan deprisa.
Pero como ya dije el otro día, mi subconsciente se cree muy listo, pero las leyes de la física van a su bola, y todo no ha quedado tan recogidito como él se esperaba, sino que, muy al contrario, la plasta ha salido volando del dedo índice hasta quedar pegado de forma extendida, alargada como la sombra del ciprés, en una de las baldas de la sección de informática de libros del Corte Inglés. Si las cámaras me estaban enchufando en ese momento y lo han visto, a mí, nadie me ha dicho nada. Peor para ellos, uno nunca sabe lo que se está grabando realmente.
Al ver el agua medio sólida, transparente y larguiducha sobre el borde de la estantería, la realidad real me ha estallado en la consciencia. Al principio, me he distanciado un poco, como si estuviera observando una obra de arte, y he pensado seriamente en dejar mi ADN allí, para la posteridad, a modo de regalito, como una huella de identidad que dono libremente a las tiendas Corti. Pero luego me he arrepentido, no sé por qué. Y he ido en busca el pañuelo, el cual ha sido bien difícil de encontrar, pero finalmente, ha salido de mi bolso de friki y esa parte de mí ha sido absorbida finalmente por el vil papel.
CONTINUARÁ…
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