Conspiración Black Swan, El cómico

Destensionando a Alexia con neuropsicodelia (89)

―Bienvenida a la república independiente de mi casa.

―Uno, no es tu casa; esto, aunque no lo parezca, es la habitación de un hospital. Dos, ¿por qué la gente coge lemas de la publicidad y los repite como si fueran verdad? La publicidad es el arte de crear mentiras que se presentan como verdades para que la gente compre un producto con la esperanza de que el producto contenga las emociones que ellos dicen que vas a sentir después de consumirlo. Consumir es tomarse una poción mágica falsa. Es anti-ético. Hace unos años redacté una ley de la publicidad para el mundo capitalista, la envié a la UNESCO, y se perdió entre los miles de papeles. Es imposible cambiar el mundo, Miguel Ángel.

―Me gusta el lema. Cuidado con el cable.

―Lo siento.

―No pasa nada, Alexia. Qué tontería, ahora lo limpio.

―Soy muy torpe. Esto le molesta bastante a la gente. ¿A ti no te molesta?

―No.

―Ahora dices eso, pero a la larga…

―¿A la larga? ¿Es una proposición de matrimonio? Si lo es, digo muy gustosamente que sí. En cuanto a lo otro, yo soy tan hábil que puedo hacerte pensar que no eres torpe.

―Jajaja. Qué interesante, eres muy divertido.

―Viniendo de ti, es todo un halago, ya que sé que la gente te aburre.

―Es cierto. La vida es un teatro y las obras que se representan son todas muy aburridas.

―Bueno, pues ya es hora de que participes en una obra divertida. Acércate, quiero enseñarte una cosa.

―¡Ay va! Esto es un arsenal de drogas. ¿Cómo puedes tener esto en tu habitación sin que las cámaras lo vean?

―Tengo un amiguete en recepción. Tranquila, este lugar está limpio.

―¿Cómo puedes estar seguro?

―Porque lo sé todo, ¿o ya no te acuerdas?

―Ok. Ya veo que sigues con tu problemilla… No, si aquí cada uno tiene lo suyo.

―¿Un problemilla, Alexia? La sociedad occidental concibe el noventa por ciento de sus pensamientos como problemas. En fin, paciencia.

―Hombre, es que yo creo que cuando una persona se cree que lo sabe todo tiene un problema, porque percibe como real cosas que no lo son.

―El nivel de desarrollo de vuestra consciencia no os permite todavía diferenciar, en este punto de la evolución de la mente, entre imaginación, ilusión, alucinación, ensoñación y percepción.

―Estoy segura de que la mente tiene un mecanismo que diferencia entre la realidad y el sueño o la ilusión, pero no sé en qué consiste.

―La mente, ¿y si la mente se equivocara?

―Pues tendríamos un problemilla. Si oyes voces y nadie te está hablando, hay un problemilla en tu mente.

―A lo mejor te están hablando desde otro tiempo.

―Es posible, pero imposible de demostrar científicamente. Con lo que nos quedamos en problema psicológico.

―¿Qué quieres? Tengo mescalina, LSD, psilocibina y psilocina. Tengo algunas que te dejan en estado catatónico, clínicamente muerto, otras que ayudan a anular la voluntad.

―Yo no quiero nada. No me gustan estas drogas.

―Nunca se sabe, a veces pueden ser muy útiles. Mira, con la psilocibina se te abre todo un nuevo campo de investigación que se llama el misticismo experimental. Si te la tomas, puedes llegar a tener una experiencia Bhakti, que, según los hinduistas, es un estado de amor encarnado. Las psicosis que tienes con estas drogas están relacionadas con la parte espiritual o mística del ser humano. Un amigo mío se la tomó una vez y estaba convencido de que dios le había escogido para anunciar la llegada de la era de la paz al mundo.

Qué flipao, madre mía. Oye, ¿y esa que dices que te vuelve clínicamente muerto? ¿Para qué puede servir?

―¿El polvo de la muerte vudú? Si alguien desea tu muerte, dejará de desearla si ya has muerto. Hay una verdadera tradición de muertos que se levantan de sus tumbas. ¿No has oído hablar de los zombis?

―Los zombis no existen.

―No, es cierto, y Anicka también es un producto de nuestra imaginación.

―Jajaja… ¿Y la otra? ¿Esa que anula la voluntad? Es muy siniestra, ¿no?

―Necesita de un poco de hipnosis, sólo funciona si la otra persona tiene la certeza de que está actuando bajo su voluntad.

―En un viaje a Ámsterdam, uno de mis amigos se tomó unos hongos alucinógenos y se perdió. Al cabo de una hora apareció diciendo que había salvado al mundo de una invasión extraterrestre. Cuando llegamos al hotel, se acercó hacia nosotros corriendo como un loco mientras decía que tenía un chico envuelto en celofán y que era extraterrestre. Lo cierto es que había restos de celofán por todas partes. Pobre chico. Aquel dia fue cuando…

―Ah sí, me acuerdo. Estaba allí ese día.

―Imposible, ¿cómo vas a estar?

― Sí, es que el chico era amigo mío. Créeme, escapó del celofán.

―¡Qué coincidencia tan extraordinaria! ¡No me lo puedo creer!

―La vida es impredecible, pero la casualidad no existe. ¿Sabes que han hecho experimentos con estas drogas en algunas universidades de este país?

―No me gusta hablar de la investigación que se hace en el mundo capitalista. Nunca se investiga con un fin realmente bueno y altruista, al final, siempre, todo cuesta dinero.

―Alexia, ten paciencia, no te amargues, yo te prometo que Un Súper Mundo Feliz está muy cerca ya, y que allí todo será para bien. Por ejemplo, en él, las drogas serán usadas con fines médicos y místicos; la sociedad no se verá obligada a refugiarse en las drogas para evadir por unos instantes sus problemas, sino que las tomará para experimentar con su consciencia y unirse al universo.

―Eres un idealista. Eso nunca va a pasar.

―Qué alegría le estás dando en estos momentos a los faraones pensando así. Sí va a pasar, ya lo creo que sí, ¿quieres hacer un viaje al futuro?

―Por supuesto.

―Perfecto. Viajaremos a Un Súper Mundo Feliz para que veas que es cierto, ahora somos tempohistoriadores, por primera vez vas a estar en un mundo hecho a tu medida.

―Es lo más romántico que me han dicho jamás.

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