Dicen las lenguas más sucias de los conspiranoicos (algún día explicaré qué diferencia hay entre un conspiranoide y un conspiranoico y la profunda rivalidad que existe entre ellos) que al Rubianco, que así lo llama mi suegra, los servicios secretos de vete tú a saber qué país se la han liado muy parda al meterle una carga vírica del copón en el té, y, mientras tanto, el muy pijo atontao, pensando que así les complacía a ELLOS, escupía por los medios de comunicación que iba a morir mucha gente, sin pararse a imaginar que fuera él.

Esta frase que ha dicho se ha grabado a fuego en el pensamiento colectivo de toda la vasca que esté más o menos pendiente de lo que ocurre en UK en estos tiempos de coronavirus. Daba la sensación, tal y como lo dijo, de que él no era gente, sino que era una raza superior, que al ser educado en los mejores colegios y universidades privadas de la elite británica, su sangre no es roja, su edad no es tal, y su sistema respiratorio es más inmune que el de la gentuza que come por dos pavos pollo frito en Londres después del trabajo, porque en esta maravillosa ciudad de mierda, la comida basura es más barata que la comida normal, y comer sano es un puto lujo que ni te cuen.
