Una de las torturas psicológicas que a ELLOS les gusta hacer con las hormiguitas es plantearles dilemas sádicos. Durante el coronavirus, el dilema ha sido este: ¿o economía o salvar vidas? Y a partir de ahí, la cosa se convierte en un no parar: que si cuánta gente tiene que morir para que otras puedan seguir manteniendo su nivel de vida; que cuánto va a durar esto; que el capitalismo no se puede parar, que la producción no se puede parar, que en fin, patatín, a tomar por culo, ya, palurdos, no os soporto.
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