Soy uno de esos desalmados, que según un periódico oficial de lo más gualtraper se ha cogido un perro para poder salir a la calle. A ver, se lo he pedido a mi tía abuela, que tiene dos. Es lo que se llama una distribución justa de los recursos en función de las necesidades. Y mi tía, que es muy lista, lo ha comprendido enseguida, tal y como yo se lo he explicado.
Y en mis paseos vespertinos, después de levantarme a la una de la tarde mínimo, ya que madrugar, como decía Roger Wallace, es el paso previo a morirse de hambre, me doy cuenta de que por primera vez en mi vida en mi barrio nuevo de clase obrera no universitaria que se cree clase media pero que son más cuñados que los serrano, RESPIRO AIRE PURO, y escucho EL CANTO DE LOS PÁJAROS, y rememoro el poema de Fray Luis de León, noche serena, y lo voy recitando yo solo por el parque artificial de mi barrio nuevo artificial, de avenida principal, y me pregunto si algún día podremos llegar a hacer que el beatus ille sea algo más que un tópico literario.