4. Sala de terapia de Un Mundo Feliz
—Bienvenida a Un Mundo Feliz. ¿Se siente a gusto aquí?
—Hasta que deje de ser una novedad.
—Señorita Alexia, ¿usted qué es? ¿A qué se dedica?
—¿Qué soy o a qué me dedico? Porque son dos cosas diferentes.
—Explíquese.
—No importa. ¿Terapia sin presencia del loquero? Nunca había estado en una de estas.
—De estas, ¿cuáles?
—No, nada, no importa. ¿Se supone que es para que no me sienta presionada por su presencia o qué?
—Por favor, Alexia, las preguntas las hago yo. ¿Qué quiso decir usted antes con que nada le importa?
—Yo no he dicho que nada me importe, que, por otra parte, es absolutamente cierto, pero, en esta ocasión, lo que he dicho ha sido: no coma nada coma no importa punto. La prosodia influye en el significado de la oración por si no lo sabías.
—¿Qué está tratando de insinuar usted con la frase “por si no lo sabías”?
—Oye, lo siento si piensas que soy una maleducada, pero no me gusta repetir la misma información más de una vez. Me aburre, me da pereza. Además, en este caso en concreto, creo que ya he cubierto la cuota de veces en las que he repetido en qué consiste la diferencia entre ser y dedicarse a. Sobre todo y muy especialmente, en el sistema en el que vivimos, donde el ciudadano no puede trabajar en lo que le gusta sino en aquello en lo que hay trabajo. Y esto es como las lentejas. Así que, por favor, ¿le importaría ir al grano?
—¿Ir al grano? ¿Le importaría ser más concreta?
—¿Qué hay más concreto que un grano? No te entiendo bien. La comunicación no fluye entre nosotras dos. Déjame que piense, ¿será porque yo la tuteo y tú me usteas? De toda formas, me da igual, paso de ti y paso de todo, no me voy a molestar lo más mínimo en llevarme bien contigo.
—Es importante que me diga qué es lo que le molesta. Debe colaborar.
—¿Colaborar? Acabáramos. Oye, atiéndeme, a ver si te queda claro y meridiano, yo no estoy aquí por voluntad propia, vosotros sois los que decís que yo estoy enferma, yo me encuentro perfectamente bien, solo que quizás no tengo el modo de vida que, según vosotros, yo debería tener. Creo que suicidándome no le hago daño a nadie, ¿por qué no tengo el derecho legal de hacerlo? Yo no soy como esos veintitrés desgraciados que llegaron a suicidarse en menos de tres meses tirándose por la ventana del despacho de la famosa empresa francesa cuyo nombre es bien conocido por todos. No soy víctima de las políticas de empresa neoliberales, que desquician a la gente, destrozando su cotidianidad, sus placeres más pequeños, subordinándolos al único interés que tiene una empresa en el mundo capitalista, multiplicar el dinero. Yo, por el contrario, exploro las posibilidades de la mente. En el caso del suicidio, la pregunta es obligada, ¿por qué la gente se suicida si todo su organismo está copiándose constantemente así mismo con el fin de sobrevivir unido? ¿Es una contradicción o es una posibilidad más ya previamente diseñada en el programa? Pero noooooo, vosoooootros, que sois unos ¡mediocres!, con vuestras psicologías de corchopán, os llenáis de razones y defendéis que si me quiero suicidar es porque tengo un agudo cuadro depresivo. ¿What? Defiendo mi derecho a morir en mi vida en el momento en que mi consciencia elija. ¿Quién es el Estado para cuestionar mis decisiones conscientes e individuales? ¿Acaso tienen más razón que yo? ¿Qué sabréis vosotros, mentes vulgares, que razonáis con bloques prefabricados de información que os han ido metiendo en la cabeza sin daros cuenta desde que erais pequeños?
—Cálmese, Alexia, yo estoy aquí para ayudarla.
—Estoy muy calmada. No me interrumpa, por favor, estoy desarrollando un pensamiento. Bien. Gracias. Pues, como le iba diciendo, si bien el hecho de conseguir el premio Nobel, teniendo en cuenta que tenía 27 años y que procedía de una de las familias más pobres de uno de los estados más pobres de México, el estado de Chiapas, me resultó relativamente fácil, no entiendo por qué, en mi caso, suicidarse es tan difícil. Me parece de lo más complicado, lo he intentado miles de veces y siempre me salvo. Eso me está haciendo replantearme muchas cosas sobre la vida. Me pone bastante nerviosa esto de que no pueda controlar mi propio destino. Si yo quiero suicidarme, ¿por qué siempre que lo intento me salvo?
Deja una respuesta