–Odiar no ayuda, ni el rencor tampoco; hay que superar los miedos y los complejos, Miguel Ángel.
–¿Sabes cuántos seres humanos ignoran lo que tú ya sabes, Eliza? ¿Sabes el milagro que supone el estallido de amor cuando las representaciones de estos seres de plenitud confluyen en la existencia física? ¿Sabes el rastro que dejan en lo que ahora llamáis campo de Higgs? Toda la existencia lo percibe, toda la creación lo recibe. Ellos ven lo que llaman chispas, química, y yo os pregunto: ¿es la química la que causa el amor en vuestra mente o es el amor en vuestra mente el que causa la química?
–¿Es una pregunta retórica, Miguel Ángel?
–Pensad por un momento si algo que os parece intangible, una abstracción, como es el amor, es capaz de crear una reacción química, algo material y tangible. ¿Qué os hace pensar que no pueda transformarse aquello que llamáis realidad con este poder? Pensáis que la química está dentro y la realidad fuera, pero en verdad os digo que no existe fuera ni dentro. El fuera conforma vuestro dentro, el dentro conforma vuestro fuera. Dime, Eliza, ¿cuál de las dos conforma la verdad? Hay que escoger una.
–Si estás hablando de la verdad, la verdad es lo que todos buscamos.
–Eso es, Eliza, aprendes muy bien. Que sepa ella que mi amor ya lo tiene, que busque y hallará mucho más.
(…)
–La sesión ha terminado, Miguel Ángel, ¿te sientes mejor?
–Sí, Eliza, muchas gracias por todo lo que estás haciendo por mí. A partir de ahora, todo se va a poner mucho más interesante. Ya lo verás. Haré que mi verbo sea acción.
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