—¡Para niña ya con la pierna! No hay nada que me ponga más tenso que estar en una solitaria sala de espera, me trae malos recuerdos y si, encima, tú no paras de mover la rodilla a ese ritmo, apaga y vámonos. Además, ¿te puedes separar un poquito? Me traspasas el movimiento.
—¡Es que estoy muy nerviosa!
—¿Por qué? Te veo muy pálida. ¿Estás malita? ¿Y tus padres? ¿Dónde andan?
—Mis padres en Sudáfrica… Seguro que piensan que soy mala.
—¿Mala? ¿Qué puedes hacer tú que sea malo? Tonterías… A ver, ¿qué has hecho para pensar así?
—Nada.
(…)
—¿Le puedo hacer una pregunta?
—Una y toda las que quieras. No hay cosa que más le guste a un viejo que hablar de su pasado. Recordar es vivir dos veces.
—¿Tomar sangre es malo?
—Salvo para tu estómago, no. A no ser que seas un vampiro, ¡jajaja!
—Si eres un vampiro, ¿entonces no es malo?
—Pues no, porque eso es lo que comen. ¿Sabes lo que es realmente malo? ¿Cómo te llamas, princesita?
—Anicka.
—¿Sabes lo que es realmente malo, Anicka? Derramar sangre.
—Yo procuro no derramarla.
—Yo he derramado mucha sangre, ¿y sabes para qué? Pues para que unos tipejos de tres al cuarto se forren, para eso. Para eso he derramado yo tanta sangre de camboyanos, coreanos, vietnamitas, salvadoreños, para eso y nada más que para eso. Yo pensaba que luchaba por la libertad y la democracia y solo estaba luchando por la avaricia y la codicia.
—Entonces, es que te engañaron. A mí no me gusta que me engañen. ¿Tú me estás engañando?
—¿Qué? No, hija, no, ¿cómo te voy a engañar? Si hiciera falta, lucharía por ti.
—¿De verdad? Se te ve viejito, ¿crees que podrías?
—¡Ja, ja, ja! No te imaginas de lo que puedo ser capaz de hacer.
—¿Es que tienes poderes ocultos? En mi videojuego, las hadas tienen un caballero que las protegen. Tú vas a ser mi caballero.
—Te aseguro que soy todo un caballero.
—Está bien, arrodíllate, sacaré mi espada mágica.
—Eso es un escarpelo, ten cuidado.
—Tranquilo, tendré cuidado. Yo te nombro El Caballero de Acero y Crema porque aunque parece, primero, que eres duro y desagradable, después eres divertido y tierno.
—Gracias, Anicka, gracias. Este viejo tiene el corazón tan lastimado que una causa noble e inocente como la tuya le ayudará a curarlo.
—Puedes levantarte.
—¡CON EL PODER QUE TÚ ME CONFIERES, PROMETO PROTEGERTE Y SALVARTE DE TODO AQUEL QUE TE LLAME MALA , AUNQUE LA VIDA ME VAYA EN ELLO!
—Ja, ja, ja, ja, ja.
—¡Ja, ja,ja!
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