5. Sala de terapia de Un Mundo Feliz
—Bienvenida a Un Mundo Feliz. Soy la doctora Eliza, Anicka. ¿Te encuentras a gusto aquí?
—Sí.
—No seas tímida, háblame.
—¿Por qué me han traído aquí sola? ¿Estoy castigada?
—Estoy aquí para ayudarte.
—Es una sala muy bonita, es como suave. ¿Viene usted ahora?
—Llámame Eliza. ¿Qué has comido hoy? ¿Es igual que lo que comes normalmente?
—Normalmente, si veo a algún negro por ahí, pues salto sobre él y lo utilizo para alimentarme. Mi mamá se empeña en que coma otras cosas; mi mamá dice que cuando era pequeñita, hace dos años o tres, no comía nada y siempre me daban una cosa aquí, en el brazo, me pinchaban, qué miedo, y le dijeron a mi mamá que tenía una enfermedad, de la sangre o así, y los médicos decían que me iba a morir, pero ahora mi mamá está muy contenta porque no me morí… y yo también, claro. ¿Es por eso que estoy aquí? ¿Estoy enfermita? Eliza, por favor, contesta…
—Soy yo quien pregunta, señorita Anicka.
—Sí, eso ya me lo ha dicho. Quiero irme a casa, mamá me ha prometido una muñeca nueva para cuando vuelva.
—Anicka, ¿tienes algún problema con los negros?
—Que nooo… Eliza, bueno, a mamá no le gusta que los llame negros, quiere que los llame… a ver cómo era la palabra… ah, sí… compatriotas de color… ¡Pero es que son negros! ¡Si a mí me dicen que soy blanca, no me molesta! Ni siquiera si me dicen que soy pecosa, porque lo soy. Y me gusta. A ver, mis amigos Ngwamda y Oüke me dicen pecosa, ¡y no me importa! Mi papá también les dice negros. Y es que mi madre me contó que, en Sudáfrica, hace mucho tiempo, cuando yo no había nacido, los blancos eran muy malos con los negros, pero al final los blancos les pidieron perdón. Mi mamá dice que papá también les pidió perdón, y ahora dice mamá que somos todos compatriotas y que somos iguales… Qué tontería no haberse dado cuenta de eso antes. Si me hubieran preguntado a mí, se lo hubiera dicho. Yo me he alimentado de los dos. Verás, resulta que una vez no me presentaron a un señor blanco que vino a casa, a hablar de diamantes con mi padre y entonces… Eliza, tú sabes guardar bien los secretos, ¿no?
—¿Me vas a contar un secreto? No te preocupes Anicka, todos tus secretos estarán a salvo conmigo.