–No sé, no sé, agente Ellen, el teniente Mc Cain es una bomba a punto de estallar, no me fío.
–Parece ser que la información que tiene que comunicar a Ávalon es importante, agente Towers.
–Dígale que yo realizaré la comunicación con Ávalon y le transmitiré a él las instrucciones que el jefe me indique.
–Ya se lo he propuesto yo, pero se niega en rotundo, quiere hablar con él personalmente.
–Ese Mac Cain está como una cabra, tenga cuidado, agente Ellen.
–Lo veo muy desesperado, si realmente está desempeñando una misión, creo que la situación le ha dado un vuelco, está muy nervioso.
–Ese viejo está fuera de circulación.
–No lo creo, estoy segura de que me hubiera disparado si realmente llego a obstaculizarle.
–O sueña con viejas glorias. No merece la pena frenarnos por él, continuemos con el protocolo, tengo a las fuerzas especiales pendientes de una orden.
–Señor Mac Cain, ¡quiere dejar de tirar del manos libres! Confórmese con mirar la pantalla. No se pegue tanto a mí.
–¡Déjeme hablar con ese pasmarote, señorita Daisy! ¡Páseme el pinganillo!
–Cállese, Mac Cain, déjeme a mí.
–Jack, lo que vi era muy desconcertante.
–Ellen, no voy a comprometerme, ni a ponerte a ti en peligro, voy a entrar a saco.
–Me gustaba más Daisy. Te pega más que Ellen.
–¡Teniente Mc Cain, apártese!
–¡Es que si no, no me entero!
–Esto lo gestiono yo, usted quédese quietecito. Ande, sea bueno, en el cristal se reflejan las escaleras, vigile, estarán rastreando la transmisión. Si localizan el transmisor, tendrán las secuencias y la palabra. Y usted y yo tendremos serios problemas.
–De acuerdo, rubia, vigilaré, (ya lo estaba haciendo), pero usted convénzalo.
–Jack, Jack, sabes que nunca fallo con mis intuiciones.
–Eso está bien cuando no llevamos uniformes, Ellen, pero ahora es el momento de obedecer órdenes.
–Está bien, pero recuerda que solo eres mi superior cuando los llevamos puestos.
–¿Qué quieres decir con eso?
–Que te equivocas, agente Jack Towers, y que no voy a poder evitar odiarte por esto.
–No lo lleves al terreno de lo personal, somos profesionales, agente Ellen.
–Por eso mismo, ¿por qué me recomendaste para esta misión? ¿Porque en la facultad tenía una capacidad innata para intuir, contra todo pronóstico, la solución a un problema dado o porque pretendías simplemente que me fijara en ti?
–Por lo primero.
–Entonces, ¿por qué no me haces caso? El agente Mac Cain está relacionado con todos aquellos a los que han venido a matar aquí esta noche. Ya lo han conseguido con la reciente premio Nobel, la hija del capo está en paradero desconocido, incluso han intentado matar a la cría, la hijita del tratante de diamantes, y el analista financiero de la Obra, la última vez que lo vi, había sido apresado por los mercenarios. ¿No te dice esto nada?
–Sí, que corres un tremendo peligro quedándote ahí.
–Jack, no lo hagas por mí, sé cuidarme. He reconocido entre los mercenarios a antiguos miembros del ejército y de diferentes servicios de espionaje, de los que tuvimos en Irak. No se manda a esta gente para que maten a don nadies. Han actuado con protocolos de operaciones especiales.
–Motivo por el cual debemos sellar el recinto y no permitir que escapen. Esa era tu función, alertarnos.
–Jack, ¿vas a actuar movido por los sentimientos o es que tal vez tienes miedo de tener que saltarte tus rígidos esquemas y me estás utilizando a mí como excusa? Relaciona, por favor: investigación del más alto nivel, agente financiero, tratante de diamantes, la mafia y, por último, un tipo que trabaja para defensa y que me cuenta programas secretos de armamento. ¿No crees que aquí tenemos la clave de lo que realmente está sucediendo en Un Mundo Feliz?
–…
–Además, tú no has hablado con Miguel Ángel, el analista, si lo hubieras escuchado, te darías cuenta de que… de que se aproxima algo verdaderamente grande. ¿Nuestras órdenes no consistían en facilitar toda la información sobre las actividades de Un Mundo Feliz?
–¿Qué? ¿Se aclaran los tortolitos?
–Espera, dale tiempo a Jack, se la va a jugar por ti, es el responsable de la misión.
–Agente Ellen, tienes código rojo, máxima prioridad con Ávalon, autorizada por mí. Ellen… yo… ten mucho cuidado, aquí te espero.
–Bien hecho, rubia. ¡BIEN HECHO! Gracias, Daisy o Ellen o como te llames, nunca dudé de la auténtica soldado que existía bajo esa minifalda.
–Gracias, teniente, pero no sé muy bien si… ¡Teniente, tenga, le paso a Ávalon!
–Maricóoooooooooooooooonnnnn, ¿en qué andas? Medio mundo ha pasado a la cola detrás de tu código rojo. Tiene cojones la cosa, siempre deseando ser el centro de atención, hay cosas que nunca cambian. Dime, Mac Cain, ¿qué tenemos que sea tan importante en Un Mundo Feliz?
–Yo también me alegro de saludarte, cabronazo. Estamos jugándonos el pellejo aquí, ¿sabes? Ávalon, requiero comunicación con el coronel.
–¿Y no crees, teniente, que deberías comunicarnos el objetivo de tu misión, antes de pedirle al director de la CIA que te facilite la comunicación con defensa? El agente Towers me ha facilitado una información imprecisa y confusa.
–Venga, bollitos, no te hagas el importante que llevas cuatro días en el cargo, pásame con manteca.
–Tengo una operación de asalto pendiente de tu antojo, cuchillo. Suelta.
–Te vas a enterar de todos modos, se lo voy a soltar al coronel, ponte en videoconferencia con él, no hace falta que te saltes los sistemas de seguridad de defensa, yo le diré que abra la comunicación para ti. ¿O crees que no sé que ibas a escuchar a manteca de todas maneras, bollitos? Y no te olvides de ponerle código rojo.
–Compañero, eres un viejo chiflado, que el coronel decida contigo. Pero te advierto, Un Mundo Feliz opera en todo el mundo, es una operación de ámbito internacional, tengo la última palabra.
–Teniente Mac Cain, me has pasado un código rojo y me lo pasa Ávalon, acabas de poner en alerta a medio ejército, informa.
–Mi coronel, debo informarle de que he cumplido con el objetivo de la misión, tengo a los científicos y el resultado de sus experimentos en mi poder. La situación es la siguiente, estamos todos refugiados en el centro de seguridad junto con una agente infiltrada de la CIA. Tenemos las salidas bloqueadas por unos tipos que no traen buenas intenciones, mientras, las fuerzas especiales comandadas por el agente Towers de la CIA esperan para tomar la zona del conflicto al asalto.
–Buen trabajo, le pediré a Ávalon que te dé protección, bollitos no nos la puede negar.
–Negativo, coronel, deseo que le pidas a Ávalon que retire sus fuerzas. Coronel, abra la comunicación con bollitos.
–¿De qué estás hablando? ¿Por qué?
–Porque le he dado mi palabra y porque necesito que oiga esto.
–La misión es un asunto confidencial de defensa, yo hablaré con Ávalon. Cuchillo, ¿no me estarás ocultando algo? Nuestra amistad no servirá para…
–¡¿NO ME ESTARÁS OCULTANDO ALGO?!¡Maldito seas, manteca! ¡Y tú, jodido bollitos, sal de la madriguera! Sé que estás escuchando, quiero teneros a los dos a la cara.
–¡Bueno, bueno, ya he salido, cálmate, cuchillo! ¿Qué pasa?
–Aquí estoy y te miro a la cara.
–¿Cuántas veces os he salvado la vida? Decid, ¿CÚANTAS?
–Muchas, compañero, muchas.
–Siempre hemos estados los tres juntos, cuchillo, y seguiremos juntos.
–¿Ah sí, bollitos? ¡Ave, nuevo máximum papanatas de la CIA, los que no van a morir te saludan! ¿Qué temías, que al enterarme le rebanara el gaznate, uno a uno, a tus agentes como tantas veces me has visto hacerlo en combate?
–Enterarte de qué, coño. Odio estar en ascuas. ¿De qué coño se ha enterado cuchillo, Ávalon?
–Coronel, tú me propusiste como candidato. Tú, mi mejor amigo. No va a haber pentágono que te proteja, manteca.
–No me das miedo, cuchillo. ¡Ávalon! ¿De qué se ha enterado este viejo loco y chiflado?
–Está bien, coronel, te lo contaré: perseguimos el rastro de Un Mundo Feliz por todo el planeta, como ya te explicó el agente Towers. Encontramos en cierta ocasión vínculos con el ejército, con defensa. Y contigo también. Aparecías en esa extraña historia de Un Submundo Feliz, y también aparecía el teniente Mc Cain. La escasa información nos hizo pensar que se trataba de indicios falsos para ocultar al agente Mc Cain, sobre todo, cuando encontramos dos informes contradictorios: en uno, el que provenía de defensa, se afirmaba que el agente Mc Cain padecía cáncer y que había muerto por esa causa. En el otro, en los verdaderos, cuyas fuentes eran las pruebas de Un Submundo Feliz previas al experimento, cuchillo estaba completamente sano.
–¿Cómo, Ávalon? Repítemelo.
–Hijo de perra, me hiciste ir a su entierro, pensabas que un politicucho no se iba a enterar nunca de intrigas militares, no te imaginabas, coronel, que algún día tu amigo bollitos sería el director de la CIA.
–Yo…hijos de puta… yo…hijos de puta… yo os mato… YO OS MAAAATO.
–¿Os habéis quedado sin palabras? ¿Coronel? ¿Mac Cain? ¿Amigo? Lo siento, Mac Cain, no sabía qué pensar de vosotros, ni sabía qué había ocurrido en Un Submundo Feliz. Decidí esperar antes de contar nada, ambos sois mis compañeros y lo de Un Mundo Feliz estaba muy turbio. Tenía un topo para poder investigar el asunto de la fuga de cerebros de las instituciones académicas más importantes del país, dimos con que se habían venido aquí, a estas instalaciones y, entonces, apareciste tú, ahí, en Un Mundo Feliz, en la sede de Manhattan. ¿Qué pintabas tú ahí, Mac Cain? Ordené a mi topo, la agente Ellen, que te vigilara. La visita del agente Towers no sirvió para aclararlo mucho, daba la impresión de que te habías vuelto loco o de que te lo hacías, algo te había pasado. No conseguía aclararme. Entonces, pensé en manteca, era coronel de proyectos especiales en defensa. Me parece que es la hora de la verdad, ¿no, coronel?
–¡Hijos de puta, hijos de puta! ¡Ávalon, Mc Cain, creedme! ¿No lo veis? Lo tenían planeado desde el principio, los informes eran de nuestros médicos, nos utilizaron a los dos. Por eso me ascendieron a coronel de proyectos especiales, nos utilizaron, nos empujaron a los dos hacia Un Mundo Feliz…yo…joputas, joputas, joputas…Lo siento, Mac Cain. Sólo intentaba salvarle la vida a mi amigo.
–¿Qué ocurrió en Un Submundo Feliz?
–Yo se lo diré, Mac Cain. Escucha, Ávalon, antes de ser ascendido, estaban trabajando en un proyecto muy especial, algo muy novedoso, combinaban clonación genética e inteligencia artificial, pero algo les había salido mal. Alguien de ustedes pidió colaboración a defensa.
–¿Alguien de nosotros? ¿Quién?
–Un tipo sombrío, se hacía llamar agente Nexo. Pedía concretamente soldados para someterlos a pruebas de experimentación. Escuché horrorizado cómo me insinuó que los engañara, que los enviara allí en espera de destino, que las instalaciones estaban camufladas de hotel paradisíaco. El agente Nexo se sorprendió cuando me negué, me dijo que, anteriormente, nunca había tenido problemas con eso. Esto puede salvar vidas, me dijo, y continuó dándome a entender que tal vez se podría utilizar a alguien desahuciado clínicamente, pero que fuera un sujeto de gran valía por si el resultado era satisfactorio.
–Qué resultado se esperaba, manteca, explícate.
–Pues, si el resultado era satisfactorio, Mac Cain salvaría la vida. Bueno, tendría un cuerpo mecánico de similar apariencia y lo que es él, su mente, se trasladaría, se volcaría informáticamente al cerebro de su cuerpo. Dicho cerebro estaba hecho con tejido biológico clonado dispuesto para realizar las conexiones sinápticas de cuchillo.
–Pero esos cabrones no iban de legales desde el principio, ¿verdad, coronel? Intentaron añadir codificación para conformar mi cerebro de tal manera que antepusiera la misión a todo y me jodieron bien jodido. El proyecto les salió rana, acabaron tirándolo al cubo de la basura y a mí me dejaron con muchas ganas de follar y esta picha rara que no vale para nada.
–Pero si tú estás sin polla desde la primera de Irak, en Kuwait. Te dieron metralla y te hicieron un injerto de silicona. Tienes amnesia parcial de ese suceso.
–Joder, Ávalon, el día de las revelaciones. Coronel, ¿es eso cierto?
–Claro, Mac Cain, estamos hartos de recordártelo, más vale que te hagas un tatuaje donde tú sabes para que no se te olvide.
–Bueno, cuchillo, y, si resulta que no te ibas a morir y que el experimento no era factible, quién te asegura que estos investigadores no abandonaron el experimento antes de hacerte nada, joder, estamos hablando de hace cuánto, ¿diez? ¿Veinte años? ¿Teníamos conocimiento y tecnología suficiente para eso?
–Ya salió el listo de bollitos. Que sí, joder, lo que no pudieron hacer correctamente fue sinapsis artificiales, necesitaban un sofware correcto para ello, el de mi cerebro antiguo, lo volcaron a un ordenador, y de ahí al hardware del nuevo cerebro. Soy un cyborg-soldado.
–¿Te has hecho un TAC, una radiografía para confirmar que eres un robot?
–Un Cyborg. Negativo, me dijeron que me alejara de radiografías, resonancias magnéticas, ultrasonidos, porque podían dañar mi sistema motor de hidrógeno.
–Entonces, ¿cómo estáis tan seguros de que Mac Cain es un robot?
–¡Un Cyborg!
–Bollitos, Mac Cain seguía vivo, si el cáncer no había podido con él, es que el experimento… ¡Coño! Pero si no tenías cáncer, entonces…
–Coronel, ¿tú también? A ver, llevo diez años sin dormir, cuando desconecto, controlo mis sueños como si estuviera despierto y no encuentro diferencia alguna entre sueño y vigilia.
–Pues si sueñas, es que estás dormido. No creo que un robot sueñe.
–¡UN CYBORG! Joder, hostia puta ya, bollitos.
–Puede que tengas razón, Ávalon, pero escucha esto: algunos de los investigadores que se encuentran en Un Mundo Feliz son los mismos del experimento de Mac Cain, salvo la recién fallecida Alexia Zyanya, que se largó con una mano delante y una detrás a mitad del proyecto. Para colmo, tenemos sospechas muy bien fundamentadas de que en este mismo centro de investigación se está trabajando en un nuevo prototipo de robots, cuyo nombre clave es Eliza, que pretende mejorar el prototipo de robot creado por el profesor Roger, ese majara del escándalo del Kalifornia’s Dreaming y su universidad del sexo. Ávalon, estos hijoputas están intentándolo otra vez, pretenden crear programas de desarrollo de sinapsis artificiales. Ese es el motivo por el que el teniente Mac Cain se hallaba en misión en Un Mundo Feliz.
–No lo veo claro. ¿Creéis que pretenden crear un ejército de cyber-robots? ¿Y tú? ¿Qué es lo que pretendes tú, Mac Cain? Vamos a ver, según yo lo veo, ordeno a mi gente el asalto, cogemos a esos tíos, el trío bollitos, manteca y cuchillo se lleva las medallas como de costumbre, y de barbacoa, el domingo.
–Negativo, eso interferiría en la misión.
–Joder con la misión, cuchillo, me voy a creer que eres un cyborg de verdad. ¿No has cumplido ya la misión que te encomendó el coronel? Déjame a mí, entonces, que la termine.
–Negativo, la misión consiste en que yo entregue los científicos a los verdaderos organizadores de Un Mundo Feliz.
–Teniente Mac Cain, esa no es la misión que te he ordenado. Tu coronel te ordena que nos entregues a los científicos.
–Tengo órdenes de alguien superior.
–¿De alguien superior? Esta misión corresponde a mi departamento, salvo Ávalon, ahora, nadie más está informado, ni siquiera el presidente. Como no te la haya ordenado Dios…
–…
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