Una misión imposible, por un puñado de dólares (102)

–Si se transmite desde el exterior, lo registran. La zona objetivo se puede sellar, tienen que anularlo antes de que esto ocurra.

–Conozco estos sistemas, son muy sofisticados, solo tienen un fallo, el más tonto, con desenchufarlo, basta.

–No es cierto, si se desenchufa se coloca en modo autónomo y se sella automáticamente.

–No me refiero a eso, me refiero a una acción mecánica. Esos sistemas se quedan a la espera de subsanar el fallo.

–Usted es el experto, yo sólo le facilito la información de la que disponemos.

–El punto débil del sistema es el helipuerto. Está aislado del resto y el ascensor de carga es lo suficientemente grande como para que un comando se haga plaza allí. Por ahí entraremos.

–Recuerde que el montacargas le dejará a la altura del pórtico-grúa, en el quinto anillo perimetral.

–¿Efectivos?

–La compañía de efectivos se divide. Una parte, entre los cinco anillos perimetrales de las paredes del hangar formando cinco niveles, ¿lo ve? Y la otra, dividida entre el centro de control informático, aquí en la parte central del hangar y el centro de acceso a los ascensores, justo bajo el búnker. Como puede observar, los laboratorios son el verdadero cordón umbilical y el verdadero búnker en realidad. Un cubo de ocho plantas de altura que cuelga del propio techo. Inexpugnable. La mencionada es la única entrada, es indispensable que lleguen hasta esos ascensores. Por último, la puerta del hangar del búnker. Esta es la puerta de tránsito normal de entradas y salidas de personal y de los pacientes. Como puede imaginar, totalmente blindada y con sistemas de reconocimiento que incluyen hasta tomografía cerebral.

–¿Se puede acceder a ella con facilidad?

–Sí, desde el hotel al centro comercial, y desde ahí, al hospital, o directamente del hall al hospital. Una vez en el hospital, un ascensor le lleva hasta el búnker. El ascensor está restringido a personal autorizado, pero los efectivos de seguridad del hospital no son problema. El problema se lo va a encontrar al llegar, puesto que hay efectivos de la propia seguridad del búnker en la antesala de la puerta y estos sí son verdaderos soldados.

–¿Y en el hotel?

–Seguridad del casino y poco más, gente poco curtida.

–¿Toda esta información es fidedigna, señor Enron?

–Nexo se la garantiza, proviene de la propia CIA.

–¿Porcentaje de lagunas en la información?

–Escaso, un diez por ciento. El diseñador del edificio, el señor Chan, posee algunos sistemas de seguridad que dependen exclusivamente de él. Sólo los conoce él y posiblemente la directora, la señora Margaret, pero facilitada, en todo caso, por el propio Chan. Es un sistema cerrado.

–Podríamos hacerle una intervención a Chan o a esa tal Margaret.

–¡No! Nada de pasos previos, debe ser un ataque por absoluta sorpresa el próximo viernes trece. Es una condición no negociable.

–Un asalto en toda regla… No me gusta. Encontrar mercenarios eficientes como los míos no es fácil, y me temo que vamos a sufrir cuantiosas bajas. Tendrá que añadir algún cero a la factura habitual de mi empresa.

–El dinero no será problema.

–Bien, de ahora en adelante, mi nombre clave para esta operación será Pinochet 1, dos comandos completos, mi lugarteniente comandará el otro con el nombre clave de Videla 1, cualquier orden que recibamos y que no utilice estos nombres claves será desoída. ¿Lo ha entendido?

–Perfectamente. ¿Trato hecho, entonces?

–Trato hecho.


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